Noticias del Software
Esta sección refleja noticias de la industria que merecen destacarse para conocer el ámbito actual y proyectado de la industria del software en Argentina y en el Mundo.
La Ciencia De Fijar Precios Al Software
Fijar precios no es una ciencia exacta, pero tampoco es magia – es influenciada por percepción que se tenga de su software, las condiciones del mercado y su valor. ¿Entonces cuál es el proceso de encontrar el precio ganador?
Marketing de software
El blog tiene entradas referidas al marketing de productos y servicios de software.
jueves, 16 de agosto de 2012
Pago por celular
14:41
Juan MC Larrosa
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Square Debuts Monthly Pricing Option For Small Businesses With Zero Swiping Fees
On the heels of announcing a mega-deal with Starbucks, mobile payments processing company Square is announcing another piece of key news—specialized, lower pricing per swipe for small businesses. Basically, Square is going to offer small businesses who make less than $250,000 per year the option of either paying the set 2.75 percent per swipe or one fixed price per month, at $275 per month, with no charge per swipe.
So either small businesses can pay the fixed fee, which all merchants pay using Square, or they can pay a monthly fee for any transactions that fall under $250,000 per year. With $250,000 in transactions, paying $275 per month works out to around 1.3 percent per transaction, which is significantly lower than the current rate of 2.75 percent.
If a business goes over $250,000 (and had opted into the monthly swipe fee) then the first dollar after will be charged the standard 2.75 percent rate, and so on. We’re told this new pricing should help a considerable amount of Square’s userbase, which primarily consists of small businesses, local merchants and even contractors. And by industry metrics, 90 percent of small businesses in the U.S. fit into the category of earning less than $250,000 per year.
Square CEO and co-founder Jack Dorsey has been addressing the issue that many businesses have no idea how much they are spending in credit card fees. In a release, he said “For 62 years, merchants have suffered complicated, expensive processing fees. Square is the first company to rethink electronic payment pricing with the merchant in mind. We are giving merchants affordable, predictable pricing…With one monthly price, merchants know that the sales they’ve processed in a day is the same amount deposited in the bank.”
Square’s COO Keith Rabois tells us in an interview that Square has always been thinking about simplifying payments and how the company can remove additional friction and complexity with merhcants accepting credit cards. “Pricing in the payments space is complicated and at the end of the day there is a benefit to knowing what you are going to pay in fees at the end of the month.”
Square says that this is the first time ever that small business has has an advantage over big business with respect to credit card fees pricing.
This isn’t the first small business-friendly move Square has made on behalf of merchants. The company also started making funds available in merchants’ bank accounts the next business morning (for any sales made before 5 pm). Other merchant processors can take 2 to 5 business days to get merchants their money.
Last year, the company dropped its new user limits. Historically, if a new Square user processed more than $1000 in transactions per week, anything above that $1000 will be held for a certain amount of time. This time period ranged from a few hours to as long as a month. How much was help was also a variable amount based on an algorithm that scored merchants. Users had the ability to negotiate and work with Square to raise these limits, but it was on a case by case basis.
Square abolished those limits so all new businesses who use card reader will have funds triggered for processing the same day, the proceeds arriving in the merchants bank accounts the next business day. And you may remember, Square also dropped its $0.15 per transaction charge for businesses a few months ago in early 2011.
Square has been steadily expanding its payments network and reach over the past year. The company now has 2 million people and businesses accepting credit cards with the service (up from 1 million last year), and is processing $6 billion in payments volume per year.
And with a massive deal with Starbucks Square is set to potentially grow even further. Beginning this fall, Square will begin processing all U.S. credit and debit card transactions at participating Starbucks stores across their 7,000 locations. Pay with Square (the company’s loyalty and payments app for consumers) users will be able to find a nearby Starbucks in the Square Directory from their iPhone or Android smartphone.
It’s clear that as competition heats up in the mobile payments world, dropping fees may be the answer to winning merchant hearts, especially small businesses PayPal recently came out with their dongle and payments platform, which charges a flat rate of 2.7 percent per transaction. Square’s move is upping the ante, and will no doubt put pressure on PayPal and others to revisit their rates.
Of course, the choice of whether the monthly fee is cheaper versus the per transaction fee will depend on how much the merchant makes, how many transactions there are in a given month etc.
lunes, 13 de agosto de 2012
Las primeras Home Computers
23:20
Juan MC Larrosa
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En la historia de la tecnología no hubo muchos productos que cambiaran las reglas del juego. En los últimos años vimos la popularización de las ventanas con Windows, el nacimiento del iPod y la revolución musical que trajo el MP3, el iPhone que modificó cómo usamos los teléfonos celulares y convirtió a los dispositivos en una computadora pequeña y, mucho más recientemente, el iPad, la reina de las tabletas. Pero en agosto de 1982, hace justamente 30 años, se ponía a la venta un producto que hizo que las PCs pasaran a ser de una elite a estar en todos los hogares: la Commodore 64.
Hoy parece algo inmenso e inútil, pero en su momento logró hacer que las computadoras no solo estuvieran destinadas a científicos o militares sino que también se expandiera su uso a los hogares. Nació de la cabeza de Jack Tramiel (que falleció en abril último en California) un niño polaco que sobrevivió a un campo de concentración en Auschwitz y fue rescatado por la aviación estadounidense. Con el tiempo puso una empresa en Estados Unidos que fabricaba máquinas de escribir, más tarde calculadoras y, después de haber estado al borde de la quiebra en varias oportunidades, se metió en el mundo de las computadoras personales creando, entre otras, la famosa Commodore 64.
El éxito de su venta, que se realizaba desde en tiendas de juguetes hasta shoppings, se basó en varios puntos. El más importante de todos es que, si bien no fue el primer modelo en llegar al mercado, sí fue el primero en tener un precio asequible para las masas. "Fue la primera computadora de mucha gente. Acercó el poder de la computación al hogar", asevera Diego Chiacchio, administrador del sitio local Home Computer , coleccionista de dispositivos antiguos y dueño de varias versiones de la Commodore.
El trío básico: la Commodore 64, la diskettera de 5,25" y la cassettera para cargar programas.
Foto 1 de 5
Los pocos productos que se vendían en la década del 80 eran de IBM y Apple, que costaban más de 1500 dólares. La Commodore 64 tenía un precio de US$ 595 y, por ese motivo, se trata de uno de los dispositivos tecnológicos más vendidos en la historia. Entre el '82 y el '86 se vendieron 2,5 millones de unidades mientras que, hasta el día que se dejó de fabricar, acumuló ventas por entre 12,5 y 17 millones de equipos. "Ninguna computadora de hoy la podrá superar porque el concepto de fabricación actual es muy distinto al de aquella época. La Commodore 64 fue fabricada de manera ininterrumpida desde 1982 hasta 1993. ¡11 años!", comenta Chiacchio.
De hecho, una famosa frase de David A. Ziembicki, ingeniero de producción de la Commodore, quedó en la historia. Cuando se hizo la presentación oficial en enero de 1982 en el Consumer Electronic Show, evento que se realiza cada año en Las Vegas, el experto dijo: "Todo lo que veíamos en el pabellón era gente de Atari con la boca abierta diciendo '¿Cómo pueden hacer esto por 595 dólares?'".
La respuesta era la integración vertical. Ellos no solo diseñaban las computadoras sino también los chips. De esa manera podrían vender los productos a precios mucho más reducidos que Apple, Atari e IBM, que eran las compañías más poderosas de la época.
Andreas Wallstrom, uno de los fundadores de C64.com, un museo online donde se puede encontrar la colección relacionada a este modelo más grande del mundo, que va desde videojuegos hasta tutoriales para programar, asegura que su éxito también se dio por la simpleza que tenía: "Uno la prendía y ya estaba lista para usar. Además tenía errores que permitieron desarrollar cosas que ni los creadores de la computadora tenían en mente", agrega.
Con sus 1,023 MHz de procesamiento, 16 colores, 64 KB de RAM y 512 bytes de memoria de video logró, además, revolucionar la industria de los videojuegos. De aquí salieron algunos de los pioneros y más importantes títulos que muchos amantes de lo retro todavía siguen jugando.
A mediados de lo 80 fue cuando tuvo su pico de popularidad, sobre todo con los videojuegos. Con el comienzo de los 90s, explicó Wallstrom, la industria se hizo más comercial y "dejó de lado la originalidad".
Tenía el mejor chip de sonido de la época y muchos artistas lo utilizaron para componer música. De hecho, hoy en día hay un gran movimiento de música electrónica donde DJs se inspiran en esos sonidos utilizados por las viejas computadoras.
"El chip de sonido, llamado SID, era una de sus características técnicas más notables. Fue el primer sintetizador semiprofesional instalado en una computadora y diseñado específicamente para crear música en lugar de solo sonidos para videojuegos", explica Pablo Roldán, administrador del sitio Retrocomputación y fanático de la Commodore 64.
Muchos de los expertos en informática actuales comenzaron con esta computadora: "Con ella aprendí a programar y por ella me decidí especializarme en electrónica en la secundaria", explica Roldán y agrega que, a diferencia de las computadoras actuales, "la C64 tiene una arquitectura sencilla que le permite a una persona conocer todos los aspectos de su funcionamiento, algo muy atractivo para los amantes de la experimentación".
Gracias al avance de la tecnología, se le puede dar usos muy diferentes a los que se le daba hace 30 años. En torno a la C64 existe una gran comunidad que mantiene viva la plataforma. Como informa Chiacchio, hay "una interfaz para conectar la guitarra del videojuego Guitar Hero , una placa de red Ethernet para darle acceso a Internet, un sistema operativo avanzado y hastaun cliente para Twitter ".
EN LA ARGENTINA
En la época que se puso a la venta en Estados Unidos en Argentina había trabas a la importación. Esto hacía que la compra de algunos productos que se fabricaban en el extranjero fuera demasiado costosa. Si bien en países limítrofes había clones de la computadora, la empresa de electrodomésticos Drean compró la licencia para ensamblarla en el país. El equipo se comenzó a fabricar en mayo de 1985 con partes que llegaban, en su mayoría, de Estados Unidos, copiando la positiva experiencia de la firma santafesina Czerweny, que fabricaba un clon de la ZX Spectrum (la CZ Spectrum) en nuestro país.
"Si bien las Commodore fueron usadas principalmente para entretenimiento, tuvieron una gran aceptación en escuelas", explica Chiacchio.
El equipo se podía conseguir por 390 australes, un precio muy similar a lo que costaba en dólares. Ese, también, fue otro de los grandes motivos por los que miles de usuarios comenzaron a elegirla. De esta manera, pasó a ocupar el lugar más importante en el mercado informático nacional.
Drean llegó a fabricar 10.000 Commodore al mes a mediados de 1986, según un estudio del historiador Guido de Caso publicado en la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad .
Un aviso de la Commodore 64C, previo a la llegada de la Commodore 128:
Tal fue el éxito que tuvieron los diferentes modelos a lo largo de los años que la compañía de electrodomésticos lanzó la revista Drean Commodore. Se trataba de la publicación oficial que fue lanzada entre diciembre de 1985 y marzo de 1988 por la editorial Proedi. Como su nombre lo decía, era dedicada especialmente a contenidos relacionados a esta línea de computadoras: software, hardware, lista de programas disponibles, reseñas y más.
La firma también tuvo éxito con el modelo siguiente (la Commodore 128) pero la familia siguiente (la Amiga, mucho más avanzada) no pudo competir con la PC, que se transformó en la reina de la computación personal.
Aún así, la Commodore 64 se convirtió en una de las computadoras más famosas del mundo y logró revolucionar la forma en la que las personas accedieron a los informática en la Argentina.
jueves, 9 de agosto de 2012
Using Social Networks for Testing
15:22
Juan MC Larrosa
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Facebook's engineering boss reveals how the social network uses you to test new features
By Ellis Hamburger on
Facebook's Director of Engineering Andrew "Boz" Bosworth wasn't trained to "ship early and ship often" — the social network's motto. Bosworth went to Microsoft for a year and a half after college, where he was trained to ship slowly and less frequently. "I thought the right way was to slow down and take our time pushing it out," Bosworth says. All that changed when Mark Zuckerberg recruited him. "Mark deserves a lot of credit for how quickly we still move this company," says Bosworth. After six years on the job, he just published a lengthy blog post outlining the methods Facebook uses to test and push out features at such breakneck speed.
The key trick Facebook uses to gauge responses from users is testing features and tweaks on groups of users and seeing how they react. Bosworth cites the ability to save News Feed stories to read later as one of the recent tests that only some users got to experience. The company seems to always be testing new features, like Highlight, which let regular users promote their stories in friends' News Feeds, or streamlined Timeline profile pages. Many features graduate to worldwide rollout, but just as many get trashed or put on a shelf for the time being. "If you're not willing to test things and prove that they do or don't work, some things that were wrong a few years ago may not be wrong anymore," Bosworth says.
"SOME THINGS THAT WERE WRONG A FEW YEARS AGO MAY NOT BE WRONG ANYMORE."
He mentions Pulse, a feature from 2006 that let users see what books and movies were trending among friends (long before Open Graph debuted), as one of these things. Facebook realized that users would click on Pulse, then never return again, so they killed it. "Maybe Pulse will come back in the future," he says. "We don't keep a greater catalog of what has and hasn't worked." The sentiment echoes something Bosworth once wroteabout CEO Mark Zuckerberg: "Every time Zuck looks at a product, it is as if he does so with fresh eyes."
Before rolling out new features to select groups of users, Facebook uses its own employees as guinea pigs. Thanks to a tool called Gatekeeper, none of the tests ever overlap, inside or outside the company's Menlo Park headquarters. Even so, constantly rolling out new features from different teams seems like it could accumulate pretty quickly. Bosworth corrects me. "One of the biggest misconceptions about Facebook is that we're always adding things," he says. "It's a mistake to think of these things as strictly additive, because most of these changes are modifications. There's probably more removed then added out of this process," Bosworth says. And it's happening all the time. "The odds are good that everyone on Facebook has been, at some time, part of a test," he wrote in his blog post. Facebook often rolls out two slightly different versions of the same feature to gauge user reaction, then pick the better of the two.
While Facebook, like Google, makes a great many choices based on data from users, the company does occasionally take a leap of faith — most of which are guided directly by CEO Mark Zuckerberg, who has "very good instincts," Bosworth says. "News Feed was a thing where at first users weren't happy. Now we know that people really care a lot about it... We have to have a rapid development pace where we're always trying to deliver the best version of what exists today, but at same time think of what doesn't exist — the things people don't know how to ask for, and that will be useful a year from now," Bosworth says.
"DO PEOPLE SAY IT FEELS GOOD? IS THIS WHAT THEY EXPECT?"
Yet, sometimes new initiatives flop. Bosworth cites a change to the social network's chat window that decreased the number of chats initiated by nearly 10 percent. While Facebook thought that downsizing the "Online Buddies" window would help (since most people chat with only a few people), it ends up that users just love browsing to see who's online. Facebook hadn't tested the new chat window with random people before it launched, and thus had no idea how the hundreds of millions of monthly Facebook users at large would respond.
Facebook quickly learned from its mistakes, but will likely make mistakes again. The company is in a constant balancing act between being adventurous and data-driven, going with Zuck's gut or going with hard data. Bosworth says, "We're dealing with human emotions. Everything doesn't boil down to a number you can measure. Do people say it feels good? Is this what they expect? Sometimes, that isn't boiled down by data."
The Vergeviernes, 3 de agosto de 2012
Tecnologías: El ebook complementa
16:58
Juan MC Larrosa
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El e-book también es un aperitivo de las ediciones impresas
Con una pequeña pero creciente presencia en el mercado, los libros electrónicos se convierten en aliados de los autores para promover y difundir sus obras sin rivalizar con sus versiones en papel
A pesar de los adeptos que tienen las ediciones impresas en papel, los e-bookscomienzan a ganar seguidores gracias a la creciente popularidad de los diversos dispositivos lectores de libros electrónicos. Sin esa exigencia desmedida que lo posicionaba como el reemplazante directo de los libros tradicionales, este formato comienza a recorrer los primeros pasos como un complemento ideal para que los autores puedan difundir su obra sin tener la necesidad imperiosa de prescindir el lanzamiento de una versión en papel.
"Prefiero que me lean muchas más personas a estar limitado ante la audiencia por la venta de ejemplares", cuenta el periodista Leandro Zanoni, autor de La gran manzana , una obra que analiza las claves del éxito de Apple y que antes de su lanzamiento en papel se ofreció sin costo en versión digital.
"Fue una elección personal, tenía ganas de llevar adelante este proyecto", agregó el autor, que destacó el hecho de haber concretado esta iniciativa, la primera en su tipo desde la editorial Sudamericana. "Estamos en un momento de incertidumbre, un punto de partida en donde se experimenta mucho y nadie tiene la receta perfecta".
Y en esta etapa de experimentación surgen diferentes proyectos en Internet como Liibook , una plataforma que sirve como un repositorio virtual de libros electrónicos, con un sistema de edición y gestión de publicación on line en donde los autores pueden poner sus obras de forma gratuita, fijar un precio e incluso sus lectores pueden tener una edición impresa bajo demanda, algo que también se hace en otras partes del mundo .
"Los autores aprovechan las virtudes de la plataforma para promocionar sus trabajos, en una audiencia en donde se destaca el público joven, que conforma el 80 por ciento de los lectores", detalla Federico Roma, fundador de Liibook. "Asimismo, quienes recién comienzan a publicar sus primeras obras son los que ofrecen sus obras de forma gratuita", agrega.
La promoción y difusión de una obra no sólo se basa en la distribución gratuita del libro electrónico. "Hubo casos de autores que aprovechan las estadísticas de lectura de Liibook como carta de presentación para publicar su trabajo de forma impresa en una editorial tradicional", cuenta Roma como un ejemplo de complementación entre los dos formatos, y el interés que aún suscita tanto entre los autores como en los lectores el formato impreso tal cual lo conocemos desde hace siglos.
Otro caso de distribución sin cargo de una obra se da en el mundo educativo, una modalidad adoptada por autores como Adrián Paenza, que puso a disposición sin cargo su colección"Matemática. ¿Estás ahí?" en formato PDF.
De la misma forma, dos libros publicados por Ediciones Al Arco del periodista deportivo Pablo Lisotto (redactor de LA NACION) sobre el movimiento olímpico y sus protagonistas también se encuentran en formato digital para su libre descarga, auspiciados por el Ministerio de Educación de la Nación.
Por cuestiones propias del segmento a nivel local, aún pequeño si se lo compara con las características que poseen mercados como Estados Unidos, Europa o Japón, el e-book aún no compite con los tradicionales lanzamientos de libros impresos, y se presenta como una opción de lectura para aquellos que disfrutan las virtudes que ofrecen este tipo de formatos.
La oferta aún es limitada, y alcanza en la mayoría de los casos a los lanzamientos de los títulos más recientes. Asimismo, el catálogo no sólo se basa en los títulos de perfil técnico, bajo la creencia que su audiencia es más propensa a consumir este tipo de formatos. En Argentina, la mitad de los libros electrónicos vendidos son de autores locales que publican obras que van desde la literatura hasta la investigación periodística, según datos brindados por el grupo Random House Mondadori, uno de los principales editores que promueve los e-books en el país.
El lector encontrará en esta nota una guía para armar una biblioteca digital..
Mercado laboral: Aplicando con Facebook y Twitter
8:57
Juan MC Larrosa
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Vida digital / Ante la posibilidad de llegar a más contactos
Más gente pide empleo vía redes sociales
Cada vez se ven más búsquedas publicadas en Twitter y en Facebook; también las empresas las utilizan para detectar talentos
Nunca se imaginó que lo conseguiría a través de Facebook . Sí por alguna recomendación, un amigo, un contacto. Hacía dos años que Diego Marcatelli, de 31, no tenía un trabajo fijo. Mientras tanto, se las arreglaba con uno temporario de eventos infantiles. Había tirado currículums en distintos negocios de San Nicolás sin respuesta. "Te vamos a llamar, nos vamos a comunicar con vos", le decían, pero nunca le llegó nada.
A Germán De Bonis lo conocía de unas charlas que éste había dado en una ONG. Y, como le gustó lo que habló, lo agregó en Facebook . Y un día esa amistad virtual se activó: navegando por la red social se enteró de la existencia de un grupo creado justamente por Germán, CunsuEmpleos, donde subían las ofertas y demandas laborales de la zona. Con un sólo clic, Diego ya era miembro del grupo. Lo chequeaba a diario. Se necesita un mozo, un supervisor, un repositor. Y al mes, encontró algo que le interesaba: asesores de venta. Voy a probar se dijo. Contactó a Germán que le pasó la página a donde enviar ese currículum, y a pocos días ya tenía una entrevista. De 90 postulantes quedaron tres: Diego fue uno de ellos. Y hace una semana que ya está trabajando.
Es cierto que las búsquedas de empleo a través de las redes sociales no siempre tienen este final deseado. A veces son gritos que parecen quedar flotando en un muro de Facebook sin respuesta alguna, o un pedido que se multiplica a fuerza de retweets pero que nunca vuelve con una solución a mano. Pero, sin duda, es algo que se ve cada vez más en redes sociales comoTwitter y Facebook, redes que justamente no tienen fines profesionales como sí LinkedIn o los portales de empleos.
Alejandro Melamed, doctor en ciencias económicas y autor de Empresas + Humanas, opina que este uso de las redes sociales es un mecanismo que cada vez se está imponiendo más. "Sirven como caminos alternativos y cada vez más compañías también lo están utilizando. Brindan más practicidad, acortan caminos y permiten conectarse con más gente", dice.
Este combo de celeridad, cercanía y conexión inmediata con cualquier lugar del mundo tiene, sin embargo, otras cuestiones a las que atender. "Lo que hay que tener en cuenta a su vez -dice Melamed- es que todo lo que publicamos en la Web es público. Y probablemente esa persona que nos entreviste ya conozca todo sobre nosotros. Pero también es importante saber que, si no figuramos, no existimos."
Para Dolores Rueda, fundadora y directora de la consultora en empleos y gestión de recursos humanos Dolores Rueda Selectores, donde reciben por día unas cien postulaciones, la principal función de las redes sociales en materia laboral se resume en la siguiente ecuación: llegar a más gente en menor tiempo. Algo que no sólo es ventajoso para las empresas a la hora del reclutamiento, sino también para el candidato.
"Nosotros posteamos todas las búsquedas del mercado, no sólo las de la empresa. Y todos los que me siguen en Twitter pueden tener a mano esas búsquedas. Además, hace 20 años tenías que pelear más para llegar al dueño de una consultora. Hoy estás a un tweet", dice Rueda, quien se encarga de manejar personalmente el Twitter de la consultora. Y pone otro ejemplo: antes, quien llamaba a las oficinas después de horario seguramente era atendido por un contestador automático. Hoy, si dan con ella online, la pueden consultar directamente a través de las redes sociales más allá del horario de oficina.
RIESGO DE ENGAÑOS
Ante la consulta en el Facebook de LA NACION respecto de si los lectores habían buscado empleo vía redes sociales, Cecilia Ferro trajo a colación algo que se repetía en distintos comentarios: la informalidad de estas dos redes sociales. "En una primera instancia -escribió-, me parecen vías muy informales para buscar trabajo. Como parte de la familia de los medios, es innegable que las redes sociales repercuten lo que pasa afuera, del otro lado de la pantalla. Pero también es claro que por su gratuidad e instantaneidad dan más lugar al engaño."
En ese sentido, Dolores Rueda destaca a LinkedIn como la red ideal para las búsquedas laborales. "Lo mejor es la posibilidad de búsqueda de perfiles y el contacto con ese perfil que estás buscando. Es una herramienta de trabajo online, dinámica que tiende a reemplazar al CV. La contra es que yo no me pongo a leer LinkedIn, si no que tenés que saber qué buscar", dice.
Matías Ghidini, gerente general de la consultora en recursos humanos Ghidini Rodil, señala que de marzo a hoy la demanda laboral ha sido decreciente, algo que no quita que más gente se esté volcando a las búsquedas a través de las redes sociales. El también pone el acento en diferenciar lo que es una red profesional, como LinkedIn, de una red social. "Con Facebook o cualquier red social el problema no es la herramienta sino cómo se la utiliza. La herramienta per se no es mala. Pero en el fondo Facebook te sirve como comunicación, pero no como reclutamiento."
Aunque Facebook tiene sus excepciones, como la mencionada CunsuEmpleos o como la herramienta que ofrece el sitio de empleos Zona Jobs en esa red social, Zona Jobs Professional, que permite tener un perfil profesional distinto del personal. Tal vez una buena solución para aquellos que no quieren mezclar las cosas a la hora de la búsqueda laboral en Internet.
EN TWITTER
- @FreakyXime
XIMENA SAMBAN
"Busco trabajo en la zona de Parana o Santa Fe. Gracias"
- @MattiPerez
MATÍAS PÉREZ
" @fantinofantino Ale, soy DT de Fútbol Femenino. Busco trabajo. Te molesto con un RT. Gracias"
- @alusalerno
ALDI SALERNO
"Busco trabajo! D:"
- @PituRomero
NATA ROMERO
"Busco empleo en Bs As!! preferiblemente en el campo de ARQ!! .... favor RT"
- @mividaella
AYELÉN
"Busco trabajo, si es posible en el área de producción de tv/ cine/afines. Si alguien sabe algo lo agradecería mucho"
jueves, 2 de agosto de 2012
Importancia de las patentes en la investigación
7:59
Juan MC Larrosa
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"Con una patente se pagan tres años del presupuesto en ciencia”
Mirada al Sur
Una charla sobre el impacto de la innovación o por qué la tecnovaca vale mucho más que un torazo de la Rural.
Faltan pocas semanas para que el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva termine de mudarse por etapas al Polo de Palermo, donde ya funciona un laboratorio y otros sectores. En la sede de la avenida Córdoba, el ascensor es muy gentil dando la bienvenida mediante una voz de mujer altamente profesionalizada en tales gentilezas. El ministro Lino Barañao espera en su despacho, calladito, contenido, sin mayores efusiones. El hombre, sin embargo, funciona como un acelerador de partículas: a poco de largar entra en estado de vértigo. En un minuto de grabación entra, por arriesgar un parámetro, lo que dirían 617,43 De la Rúas. Lo que sigue es el resultado de un galope frenético sobre lo que se está haciendo en el país en términos de políticas científicas y tecnológicas. Un paseo a velocidad Warp que apenas arranca en Tecnópolis se pone a saltar con los guanacos de la Patagonia, relaciona microchips con patentes por genes obtenidos en Argentina (traducibles en miles de millones de dólares para el país), visita las plantas de Tierra del Fuego, mira a Monsanto de frente, crea nanoestructuras para la YPF recuperada… hasta volver en picada a Tecnópolis y concluir: más vale tecnovaca del Inta de Balcarce que toro campeón de la Rural, por más que se peine a lo Fort.
El inicio de la conversación (se pauta de manera pacífica, que hablar de Tecnópolis para Miradas al sur es algo redundante) conecta con lo previsible: los logros de la etapa iniciada en 2003. “Los cambios –dice el ministro– se reflejan en un presupuesto que viene creciendo, aumento de salarios, obras que se ven no sólo en el Polo Tecnológico, sino en todo el país. En marzo o abril de 2008 yo hablé de la necesidad de un plan de infraestructura de 130 mil metros cuadrados, como resultado de treinta años de no hacer nada…
–¿Ese número era una proyección salida de…?
–De un estudio del Conicet que había relevado la cantidad de gente que había y el espacio que faltaba, el Polo no estaba incluido. Ya llevamos construidos más de 60 mil metros cuadrados. Estas cosas hicieron que muchos científicos se decidieran a volver al país. Hoy ya no pesa tanto la idea de repatriación, sino que la gente que se va, se doctora, está tres años afuera, pero vuelve sabiendo que no va a trabajar con alambres sino con los mismos equipos que tiene en el exterior.
–¿Cuál es el último dato del Plan Raíces? ¿Unos 800 científicos retornados?
(Baraño intercambia datos con una secretaria: “902, 903…”)
–Más de novecientos, seguro (N de R: el “número correcto”, oficial y final que envían desde el ministerio asegura: 932 científicos e investigadores).
Cuando llega el momento de los subsidios a empresas del sector, Barañao dice:
–Las funciones del científico y la empresa son complementarias. Vos le ponés plata a la universidad o al Conicet para que obtenga información. Eso termina ahí porque la universidad no tiene posibilidades de fabricar nada. Por más que diseñe un celular no va a salir a fabricarlo. La empresa es la que toma la información y la convierte en un teléfono, un medicamento o en una olla a presión. Ni la empresa va a hacer investigación de alto nivel, ni la universidad va a fabricar mágicamente nada. Después podés discutir si la empresa va a ser estatal o de capital privado. El desacoplamiento entre ambos actores termina subsidiando el incremento de la brecha tecnológica; porque toda la información que se produce sin activar la cadena productiva termina siendo aprovechada en el exterior para mejorar la productividad de sus empresas.
El inicio de la conversación (se pauta de manera pacífica, que hablar de Tecnópolis para Miradas al sur es algo redundante) conecta con lo previsible: los logros de la etapa iniciada en 2003. “Los cambios –dice el ministro– se reflejan en un presupuesto que viene creciendo, aumento de salarios, obras que se ven no sólo en el Polo Tecnológico, sino en todo el país. En marzo o abril de 2008 yo hablé de la necesidad de un plan de infraestructura de 130 mil metros cuadrados, como resultado de treinta años de no hacer nada…
–¿Ese número era una proyección salida de…?
–De un estudio del Conicet que había relevado la cantidad de gente que había y el espacio que faltaba, el Polo no estaba incluido. Ya llevamos construidos más de 60 mil metros cuadrados. Estas cosas hicieron que muchos científicos se decidieran a volver al país. Hoy ya no pesa tanto la idea de repatriación, sino que la gente que se va, se doctora, está tres años afuera, pero vuelve sabiendo que no va a trabajar con alambres sino con los mismos equipos que tiene en el exterior.
–¿Cuál es el último dato del Plan Raíces? ¿Unos 800 científicos retornados?
(Baraño intercambia datos con una secretaria: “902, 903…”)
–Más de novecientos, seguro (N de R: el “número correcto”, oficial y final que envían desde el ministerio asegura: 932 científicos e investigadores).
Cuando llega el momento de los subsidios a empresas del sector, Barañao dice:
–Las funciones del científico y la empresa son complementarias. Vos le ponés plata a la universidad o al Conicet para que obtenga información. Eso termina ahí porque la universidad no tiene posibilidades de fabricar nada. Por más que diseñe un celular no va a salir a fabricarlo. La empresa es la que toma la información y la convierte en un teléfono, un medicamento o en una olla a presión. Ni la empresa va a hacer investigación de alto nivel, ni la universidad va a fabricar mágicamente nada. Después podés discutir si la empresa va a ser estatal o de capital privado. El desacoplamiento entre ambos actores termina subsidiando el incremento de la brecha tecnológica; porque toda la información que se produce sin activar la cadena productiva termina siendo aprovechada en el exterior para mejorar la productividad de sus empresas.
Puna y glamour. Hay algo en el imaginario del ministro que podría emparentarse con la mítica del buen emprendedor capitalista, el gran innovador, casi la épica de garage del joven estadounidense de suburbios que se hace millonario y glamoroso. Sólo podría emparentarse porque acá entran míticas que van de la Puna, a las pampas, a la Patagonia, al conurbano también. En algún momento, Barañao cuenta cómo desde su retorno al país en 1984 encabezó protestas de nuestros investigadores contra las políticas ciegas y ajustadoras de diversos gobiernos. Hasta que “en mayo de 2003, tras una reunión con investigadores en el ministerio de Educación con Daniel Filmus, surgió que me postulara como presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica”.
–Acá surge el tema de ver las cosas desde el otro lado del escritorio. Nadie deja de reconocer que los sueldos de los científicos mejoraron mucho. Pero hay un conflicto con los becarios, que sostienen que son científicos precarizados. Tengo un sobrino que es activista de esa causa…
–Matías, creo… (el ministro se ríe con un ja-já sonoro. Suena espontáneo). Hay una discusión sobre si un becario es o no un trabajador. La beca es un estipendio que se da para completar la formación universitaria, para obtener un título de doctor, está condicionada a eso. La sociedad paga para que el estudiante termine su formación. La universidad carga el disco rígido de una cantidad de información pero no la capacidad de hacer preguntas nuevas, que es lo que da el doctorado. El doctorado, además, habilita para una cantidad de oportunidades. Distinto es el caso de alguien que no quiere obtener el doctorado, que prefiere trabajar en el laboratorio, contribuye a la investigación, pero no tiene ese plus que da el doctorado. La beca cumple su función pero sucede que por la excesiva longitud de las carreras a veces se dan casos de gente con más de 30 años haciendo una tesis con una beca y eso no es muy lógico. Ya cinco años es mucho para un doctorado, en Europa son cuatro.
–¿Cuáles son los límites en nuestro país?
–Son cinco años, pero después se piden prórrogas; se extiende hasta seis o siete años el período como becario. Yo optaría por un período más corto y luego o se entra al sistema científico o al productivo o a un gobierno municipal o provincial, que es algo que queremos promover: un estado más profesionalizado, la capacidad de resolver problemas usando métodos científicos, ser útil en la gestión hasta de una cooperativa.
–Aunque sean números gruesos. ¿Cuánto cobra en promedio un investigador en su primer año y cuánto un becario?
–Debe estar en un quince por ciento arriba de un becario (N de R: nuevo intercambio de datos con la asistente. Según los números oficiales, hoy, por una beca doctoral se cobran $5.100. Un investigador asistente comienza con $7.825 pesos).
–Lo que decía sobre científicos en gobiernos municipales permite pensar en un biólogo/funcionario que se ocupe del problema de las napas contaminadas en el conurbano. Hay una cantidad de problemas ambientales en Argentina: agua, contaminación en las ciudades, denuncias sobre glifosato, debates sobre minería a cielo abierto. ¿Qué políticas específicas tiene el ministerio para generar oleadas de investigadores dedicados a estos temas, sabiendo que son especialmente conflictivos?
–Tenemos una unidad de gestión socioambiental para proyectos propios. También una línea de financiamiento para producción limpia de las empresas. El tema ambiental está ahora en los doctorados, como otros, no es que tenga una prioridad particular. Estamos tratando de implementar una línea de trabajo que se llama Municipios.doc. Así como le pagamos al becario para que vaya dos años a una empresa, queremos hacer lo mismo con los municipios. Si un becario tiene un doctorado en Sociología sobre evolución de los emprendimientos municipales, es una experiencia útil. Ahora, si se trata de Filosofía y el concepto de belleza en Lucrecio, es más difícil. Y lamentablemente todavía tenemos una universidad en la que los temas son una repetición de los ya trabajados por los investigadores, que tienen una tendencia a clonarse, que es lo más fácil. Un becario especializado en historia de Galicia no más allá del siglo XVII es un problema para ubicar.
–Se entiende la lectura pero es casi ofensiva para las humanidades, para los que estudian Historia…
–Dentro de Historia hay cosas que te van a ser útiles. Yo pretendo de las Ciencias Sociales lo que pretendo de cualquier ciencia: que presten atención a la posible utilidad de lo que hacen. No estoy en contra de la libertad académica. Argentina tiene una cantidad de problemas de índole social que ameritarían ser estudiados.
–Acá surge el tema de ver las cosas desde el otro lado del escritorio. Nadie deja de reconocer que los sueldos de los científicos mejoraron mucho. Pero hay un conflicto con los becarios, que sostienen que son científicos precarizados. Tengo un sobrino que es activista de esa causa…
–Matías, creo… (el ministro se ríe con un ja-já sonoro. Suena espontáneo). Hay una discusión sobre si un becario es o no un trabajador. La beca es un estipendio que se da para completar la formación universitaria, para obtener un título de doctor, está condicionada a eso. La sociedad paga para que el estudiante termine su formación. La universidad carga el disco rígido de una cantidad de información pero no la capacidad de hacer preguntas nuevas, que es lo que da el doctorado. El doctorado, además, habilita para una cantidad de oportunidades. Distinto es el caso de alguien que no quiere obtener el doctorado, que prefiere trabajar en el laboratorio, contribuye a la investigación, pero no tiene ese plus que da el doctorado. La beca cumple su función pero sucede que por la excesiva longitud de las carreras a veces se dan casos de gente con más de 30 años haciendo una tesis con una beca y eso no es muy lógico. Ya cinco años es mucho para un doctorado, en Europa son cuatro.
–¿Cuáles son los límites en nuestro país?
–Son cinco años, pero después se piden prórrogas; se extiende hasta seis o siete años el período como becario. Yo optaría por un período más corto y luego o se entra al sistema científico o al productivo o a un gobierno municipal o provincial, que es algo que queremos promover: un estado más profesionalizado, la capacidad de resolver problemas usando métodos científicos, ser útil en la gestión hasta de una cooperativa.
–Aunque sean números gruesos. ¿Cuánto cobra en promedio un investigador en su primer año y cuánto un becario?
–Debe estar en un quince por ciento arriba de un becario (N de R: nuevo intercambio de datos con la asistente. Según los números oficiales, hoy, por una beca doctoral se cobran $5.100. Un investigador asistente comienza con $7.825 pesos).
–Lo que decía sobre científicos en gobiernos municipales permite pensar en un biólogo/funcionario que se ocupe del problema de las napas contaminadas en el conurbano. Hay una cantidad de problemas ambientales en Argentina: agua, contaminación en las ciudades, denuncias sobre glifosato, debates sobre minería a cielo abierto. ¿Qué políticas específicas tiene el ministerio para generar oleadas de investigadores dedicados a estos temas, sabiendo que son especialmente conflictivos?
–Tenemos una unidad de gestión socioambiental para proyectos propios. También una línea de financiamiento para producción limpia de las empresas. El tema ambiental está ahora en los doctorados, como otros, no es que tenga una prioridad particular. Estamos tratando de implementar una línea de trabajo que se llama Municipios.doc. Así como le pagamos al becario para que vaya dos años a una empresa, queremos hacer lo mismo con los municipios. Si un becario tiene un doctorado en Sociología sobre evolución de los emprendimientos municipales, es una experiencia útil. Ahora, si se trata de Filosofía y el concepto de belleza en Lucrecio, es más difícil. Y lamentablemente todavía tenemos una universidad en la que los temas son una repetición de los ya trabajados por los investigadores, que tienen una tendencia a clonarse, que es lo más fácil. Un becario especializado en historia de Galicia no más allá del siglo XVII es un problema para ubicar.
–Se entiende la lectura pero es casi ofensiva para las humanidades, para los que estudian Historia…
–Dentro de Historia hay cosas que te van a ser útiles. Yo pretendo de las Ciencias Sociales lo que pretendo de cualquier ciencia: que presten atención a la posible utilidad de lo que hacen. No estoy en contra de la libertad académica. Argentina tiene una cantidad de problemas de índole social que ameritarían ser estudiados.
Vicuñas, guanacos, ovejas malas. Es particularmente a partir de este tramo de la entrevista que Barañao comienza a galopar sobre problemas y proyectos concretos en territorios muy distintos. Comienza por el hilado de lana de vicuña como podría comenzar por el diseño de vehículos inspirados en el bicho bolita, siempre con la consigna “cómo hacer para que eso sea sostenible”.
–Lo que se necesita es que el Estado avance un paso más, porque si no hay una demanda hay que generarla y lo mismo con el gerenciamiento local. Para eso necesitamos sociólogos, antropólogos. Lo mismo con el manejo del guanaco para hacerlo sostenible y reemplazar a la oveja.
–¿Es cierto que la oveja es un bicho malo que contribuye a la desertificación de la Patagonia por el tipo de ramoneo que practica?
–Es así. La oveja arranca y el guanaco muerde y corta. La oveja tiene un tipo de pezuña que daña el terreno y el guanaco unas patas acolchadas que no dañan, es un bicho adaptado a su ecosistema. Y ahora hay un tema interesante no sólo para la biología, sino para las ciencias sociales: en el Norte andan diciendo que la vicuña es una plaga que rompe los alambrados y le quita la comida a la oveja. Lo que pasa es que hay que hacer un manejo adecuado con un bicho que todavía es salvaje. Como hacían los incas, que ponían a las vicuñas en una especie de embudo para esquilarlas y después soltarlas. Lo que hay que hacer es que la vicuña se industrialice con alta calidad en el lugar; que el productor jujeño haga un pulóver que se pueda vender en Europa en competencia con un pulóver italiano. Con una etiqueta que diga que fue hecho por las comunidades originarias, con trabajo justo, con salvaguarda del medio ambiente. Esta etiqueta le da valor a ese pulóver. Es un rol para el Estado: no puede ser que se paguen dos pesos con cincuenta por la lana y que en Milán se venda a 300 euros.
–En el marco de los programas de federalización de ciencia y técnica, ¿el ministerio trabaja en estos temas puntuales?
–Sí, hay programas específicos sobre el tema de la industrialización de fibra de camélidos. Lo mismo con los cultivos andinos. No sólo la quinua que está de moda, sino también una planta a la que le pongo todas las fichas que es el yacón, una especie de batata que es dulce pero tiene un tipo de azúcar apta para diabéticos. Todo el tema de los probióticos, los alimentos que producen efectos saludables, es importante. Existen unos doscientos millones de diabéticos en el mundo. Hay un mercado de millones de personas en Medio Oriente, China, India, que ahora comen mucho y no hacen ejercicio. Producir jaleas o edulcorantes con la etiquetita que te decía es hacer también que nuestra población del Norte viva de lo que produjo históricamente. Nuestra misión es vincular un mercado emergente atractivo con el desarrollo de poblaciones que no sólo no recibieron el aporte de la ciencia metropolitana, sino que le sacaron lo que sabía. Esta gente cultivaba en andenes que garantizaban parámetros de temperatura o humedad, tenían llamas y alpacas que son mejores que las ovejas… y se las sacaron. Es también una reparación histórica.
–El mismo tema pero saltando a las industrias de Tierra del Fuego, catalogadas como meras armadurías. La Presidenta habla seguido sobre la necesidad de incorporar más producción nacional en lo que se fabrica…
–Con uno de los fondos sectoriales estamos trabajando junto al equipo de la universidad del Sur, en Bahía Blanca, del doctor Pedro Julián, en el diseño de un microchip nacional que va a servir para los nuevos boxes que vienen con el televisor o para celulares y netbooks, para bajar películas por cable y no por internet. No se trata de producir el chip, esto se sigue haciendo a bajo costo en China u otros países. Lo que se paga es el diseño, el testeo y el software que se carga en el chip. El chip en sí mismo vale centavos. Es como el celular: armarlo lleva 180 segundos. Lo que más vale es el diseño, la información que le metés adentro, un software abierto que permite mejoras continuas. El tema de las empresas con base tecnológica lo estamos trabajando activamente con el ministerio de Industria y con el Inti. Pensá que uno de los desarrollos de juegos más bajados del I-Pod era de desarrollo local.
–El valor agregado no se juega ni en los componentes ni en el armado, sino en la información, el diseño…
–Lo que genera valor es quién tiene la patente del diseño, del software de un celular, por ejemplo. Un celular vale lo mismo que una camisa. ¿Cómo puede ser eso? Es un cambio muy importante. Yo en Tierra del Fuego lo que pondría son grandes compañías de software. No habría costos por transportar productos a miles de kilómetros y es un lindo lugar para vivir, sobre todo para los programadores a los que les gusta estar encerrados y después pueden salir a pasear.
–¿Es fácil para Argentina competir con países como India en el tema de diseño de software?
–No es fácil porque los costos en India o Pakistán son bajos. Pero si apostamos a lo disruptivo, a la originalidad, sí tenemos chances. Los argentinos somos famosos por no seguir las reglas. Eso es malo en muchos casos pero puede ser bueno si hacés las cosas mejor. Tenemos el caso de Invap que hace satélites, radares, reactores.
–¿Qué explica el milagro o la excepcionalidad de Invap?
–Que es un equipo de profesionales de altísimo nivel, son la gente más inteligente que conozco. Más una gestión empresarial de alto nivel. Los tipos saben resolver un problema y saben negociar un costo como cualquier multinacional. Con una ventaja: son casi una cooperativa. Cuando les va mal todos ponen, hasta el gerente general pone plata. Y cuando las cosas van bien reparten un bono para todos. Saben que van a recuperar y les gusta trabajar en Invap. Es un ejemplo digno de ser imitado.
–¿Por ejemplo?
–Miguel Galuccio (N. de R: el Ceo de la YPF recuperada) tiene la idea de hacer una empresa de alta tecnología para yacimientos no convencionales, una Invap del petróleo.
–¿En este caso, el tema es diseñar los fierros para perforar o se trata de otra cosa?
–No, no. Vos vendés tecnología, es lo que hacía Galuccio en la empresa de la que viene. No produce petróleo, sino “tecnología para”. Es más complejo que los fierros. Es el modelo de computación para saber cómo hacer los agujeros. Es el material nanoestructurado para enchufarlo al pozo y mantener la abertura abierta. Es cómo manejar el impacto ambiental por el tema del uso del agua…
–Esperemos que lo dejen trabajar…
–Yo creo que tiene polenta, se va a imponer por su idoneidad.
–El país viene de un problema de falta de ingenieros, ¿que más se necesita para esto?
–Tenemos pocos ingenieros, pocos programadores, ahora vamos a necesitar más geólogos porque no se estaba explorando.
–¿Qué otras ramas del conocimiento deberían intervenir en este tipo de desarrollos?
–Ingenieros de procesos, químicos, biólogos. Esa celulosa nanoestructurada de la que te hablé, la que se necesita para mantener la abertura de los pozos no convencionales, es una especie de gel. La produce una bacteria. Esa capita blanca que deja el vinagre, eso es celulosa nanoestructurada. ¿Qué hay que hacer? Hacer crecer esa bacteria en grandes tanques y producirla en grandes cantidades. Es un problema para biotecnólogos, para microbiólogos.
La conversación vuelve a la puesta de Tecnópolis. “El chico que va a la Rural va a ver un toro campeón y sabe que la vaquita seguirá siendo ajena, como dijo Atahualpa. Pero si ve un robot en Tecnópolis sabe que si desarrolla un software de computación puede ser el dueño de ese robot. Son modelos muy distintos.
–Es emblemático que ambas exposiciones coincidan en el tiempo…
–Tal cual. Y, paradójicamente, las vacas de Tecnópolis valen mucho más que las que están en la Rural. Porque una vaca que produce 70 gramos de hormonas de crecimiento en la leche son varios miles de dólares de diferencia, por más que la otra sea una vaca campeona hermosa. O la vaca del Inta de Balcarce, Rosita Isa, que produce leche maternizada. Ahí está la tecnología y no la hizo un gran productor, sino dos veterinarios de clase media laburando con el Estado.
–Lo que se necesita es que el Estado avance un paso más, porque si no hay una demanda hay que generarla y lo mismo con el gerenciamiento local. Para eso necesitamos sociólogos, antropólogos. Lo mismo con el manejo del guanaco para hacerlo sostenible y reemplazar a la oveja.
–¿Es cierto que la oveja es un bicho malo que contribuye a la desertificación de la Patagonia por el tipo de ramoneo que practica?
–Es así. La oveja arranca y el guanaco muerde y corta. La oveja tiene un tipo de pezuña que daña el terreno y el guanaco unas patas acolchadas que no dañan, es un bicho adaptado a su ecosistema. Y ahora hay un tema interesante no sólo para la biología, sino para las ciencias sociales: en el Norte andan diciendo que la vicuña es una plaga que rompe los alambrados y le quita la comida a la oveja. Lo que pasa es que hay que hacer un manejo adecuado con un bicho que todavía es salvaje. Como hacían los incas, que ponían a las vicuñas en una especie de embudo para esquilarlas y después soltarlas. Lo que hay que hacer es que la vicuña se industrialice con alta calidad en el lugar; que el productor jujeño haga un pulóver que se pueda vender en Europa en competencia con un pulóver italiano. Con una etiqueta que diga que fue hecho por las comunidades originarias, con trabajo justo, con salvaguarda del medio ambiente. Esta etiqueta le da valor a ese pulóver. Es un rol para el Estado: no puede ser que se paguen dos pesos con cincuenta por la lana y que en Milán se venda a 300 euros.
–En el marco de los programas de federalización de ciencia y técnica, ¿el ministerio trabaja en estos temas puntuales?
–Sí, hay programas específicos sobre el tema de la industrialización de fibra de camélidos. Lo mismo con los cultivos andinos. No sólo la quinua que está de moda, sino también una planta a la que le pongo todas las fichas que es el yacón, una especie de batata que es dulce pero tiene un tipo de azúcar apta para diabéticos. Todo el tema de los probióticos, los alimentos que producen efectos saludables, es importante. Existen unos doscientos millones de diabéticos en el mundo. Hay un mercado de millones de personas en Medio Oriente, China, India, que ahora comen mucho y no hacen ejercicio. Producir jaleas o edulcorantes con la etiquetita que te decía es hacer también que nuestra población del Norte viva de lo que produjo históricamente. Nuestra misión es vincular un mercado emergente atractivo con el desarrollo de poblaciones que no sólo no recibieron el aporte de la ciencia metropolitana, sino que le sacaron lo que sabía. Esta gente cultivaba en andenes que garantizaban parámetros de temperatura o humedad, tenían llamas y alpacas que son mejores que las ovejas… y se las sacaron. Es también una reparación histórica.
–El mismo tema pero saltando a las industrias de Tierra del Fuego, catalogadas como meras armadurías. La Presidenta habla seguido sobre la necesidad de incorporar más producción nacional en lo que se fabrica…
–Con uno de los fondos sectoriales estamos trabajando junto al equipo de la universidad del Sur, en Bahía Blanca, del doctor Pedro Julián, en el diseño de un microchip nacional que va a servir para los nuevos boxes que vienen con el televisor o para celulares y netbooks, para bajar películas por cable y no por internet. No se trata de producir el chip, esto se sigue haciendo a bajo costo en China u otros países. Lo que se paga es el diseño, el testeo y el software que se carga en el chip. El chip en sí mismo vale centavos. Es como el celular: armarlo lleva 180 segundos. Lo que más vale es el diseño, la información que le metés adentro, un software abierto que permite mejoras continuas. El tema de las empresas con base tecnológica lo estamos trabajando activamente con el ministerio de Industria y con el Inti. Pensá que uno de los desarrollos de juegos más bajados del I-Pod era de desarrollo local.
–El valor agregado no se juega ni en los componentes ni en el armado, sino en la información, el diseño…
–Lo que genera valor es quién tiene la patente del diseño, del software de un celular, por ejemplo. Un celular vale lo mismo que una camisa. ¿Cómo puede ser eso? Es un cambio muy importante. Yo en Tierra del Fuego lo que pondría son grandes compañías de software. No habría costos por transportar productos a miles de kilómetros y es un lindo lugar para vivir, sobre todo para los programadores a los que les gusta estar encerrados y después pueden salir a pasear.
–¿Es fácil para Argentina competir con países como India en el tema de diseño de software?
–No es fácil porque los costos en India o Pakistán son bajos. Pero si apostamos a lo disruptivo, a la originalidad, sí tenemos chances. Los argentinos somos famosos por no seguir las reglas. Eso es malo en muchos casos pero puede ser bueno si hacés las cosas mejor. Tenemos el caso de Invap que hace satélites, radares, reactores.
–¿Qué explica el milagro o la excepcionalidad de Invap?
–Que es un equipo de profesionales de altísimo nivel, son la gente más inteligente que conozco. Más una gestión empresarial de alto nivel. Los tipos saben resolver un problema y saben negociar un costo como cualquier multinacional. Con una ventaja: son casi una cooperativa. Cuando les va mal todos ponen, hasta el gerente general pone plata. Y cuando las cosas van bien reparten un bono para todos. Saben que van a recuperar y les gusta trabajar en Invap. Es un ejemplo digno de ser imitado.
–¿Por ejemplo?
–Miguel Galuccio (N. de R: el Ceo de la YPF recuperada) tiene la idea de hacer una empresa de alta tecnología para yacimientos no convencionales, una Invap del petróleo.
–¿En este caso, el tema es diseñar los fierros para perforar o se trata de otra cosa?
–No, no. Vos vendés tecnología, es lo que hacía Galuccio en la empresa de la que viene. No produce petróleo, sino “tecnología para”. Es más complejo que los fierros. Es el modelo de computación para saber cómo hacer los agujeros. Es el material nanoestructurado para enchufarlo al pozo y mantener la abertura abierta. Es cómo manejar el impacto ambiental por el tema del uso del agua…
–Esperemos que lo dejen trabajar…
–Yo creo que tiene polenta, se va a imponer por su idoneidad.
–El país viene de un problema de falta de ingenieros, ¿que más se necesita para esto?
–Tenemos pocos ingenieros, pocos programadores, ahora vamos a necesitar más geólogos porque no se estaba explorando.
–¿Qué otras ramas del conocimiento deberían intervenir en este tipo de desarrollos?
–Ingenieros de procesos, químicos, biólogos. Esa celulosa nanoestructurada de la que te hablé, la que se necesita para mantener la abertura de los pozos no convencionales, es una especie de gel. La produce una bacteria. Esa capita blanca que deja el vinagre, eso es celulosa nanoestructurada. ¿Qué hay que hacer? Hacer crecer esa bacteria en grandes tanques y producirla en grandes cantidades. Es un problema para biotecnólogos, para microbiólogos.
La conversación vuelve a la puesta de Tecnópolis. “El chico que va a la Rural va a ver un toro campeón y sabe que la vaquita seguirá siendo ajena, como dijo Atahualpa. Pero si ve un robot en Tecnópolis sabe que si desarrolla un software de computación puede ser el dueño de ese robot. Son modelos muy distintos.
–Es emblemático que ambas exposiciones coincidan en el tiempo…
–Tal cual. Y, paradójicamente, las vacas de Tecnópolis valen mucho más que las que están en la Rural. Porque una vaca que produce 70 gramos de hormonas de crecimiento en la leche son varios miles de dólares de diferencia, por más que la otra sea una vaca campeona hermosa. O la vaca del Inta de Balcarce, Rosita Isa, que produce leche maternizada. Ahí está la tecnología y no la hizo un gran productor, sino dos veterinarios de clase media laburando con el Estado.
La rentabilidad de un bonito gol de la ciencia
–Tenemos buenos biólogos y genetistas. Usted hablaba del conocimiento que se va afuera sin crear patentes. Siendo que existen empresas argentinas que desarrollan semillas modificadas, ¿cómo es que tenemos que depender de patentes extranjeras en ese terreno?
–Es un problema bastante complejo. Por un lado tenemos el mejoramiento tradicional: un tipo que a lo largo de años de prueba sabe qué tipo de semillas andan bien en Trenque Lauquen. A eso se sumó la biotecnología que te permite “copiar y pegar” sacándole a una bacteria algo y ponérselo a la soja o el maíz para que sea resistente a un herbicida o que no se lo coma un bicho. Ahí hay una disputa sobre qué vale más: si la información asociada a saber qué planta es la que más produce o la información sobre el gen que vos pusiste. La compañía que produjo el gen va a decir que el gen vale más. Durante mucho tiempo, Argentina fue comprador de tecnología. A partir de que el país comienza a desarrollar tecnología propia, la situación cambia. Es lo que dijo la Presidenta cuando habló del gen que aisló la doctora Raquel Chan (N de R: la bióloga molecular que se desempeña al frente del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral). Lo patenta el Conicet y eso no sólo permite aplicarlo acá y tener más producción, sino licenciar el uso de ese gen. Como hace Monsanto: ¿querés usar ese gen? Pagá. Sacá las cuentas y cubrís el presupuesto del Conicet de los últimos años con eso solo.
–Para precisarlo más. Un buen gol de nuestra ciencia termina siendo súper rentable en términos de lo que el Estado puso para ciencia y técnica…
–Totalmente. Y te digo que no es una patente sola sino varias, como las relacionadas con vacunas que estamos haciendo con Francia. Las cifras están en el orden de los mil millones de dólares de licenciamiento. Son cifras habituales a nivel global, lo que se le paga a una firma de Sillicon Valley. Lo que está empezando a ocurrir es que Argentina produce cosas que valen eso. Mil millones de dólares son tres años del presupuesto del Conicet; y hablamos sólo de una patente. Más la mayor competitividad para el productor argentino que aunque haya sequía va a seguir produciendo. Y vamos al paso siguiente en la tecnología: alimentos mejorados, más sanos, con menos alergenos, más eficiente para el uso de los fertilizantes, que, como los agroquímicos, no son inocuos.
–Es un problema bastante complejo. Por un lado tenemos el mejoramiento tradicional: un tipo que a lo largo de años de prueba sabe qué tipo de semillas andan bien en Trenque Lauquen. A eso se sumó la biotecnología que te permite “copiar y pegar” sacándole a una bacteria algo y ponérselo a la soja o el maíz para que sea resistente a un herbicida o que no se lo coma un bicho. Ahí hay una disputa sobre qué vale más: si la información asociada a saber qué planta es la que más produce o la información sobre el gen que vos pusiste. La compañía que produjo el gen va a decir que el gen vale más. Durante mucho tiempo, Argentina fue comprador de tecnología. A partir de que el país comienza a desarrollar tecnología propia, la situación cambia. Es lo que dijo la Presidenta cuando habló del gen que aisló la doctora Raquel Chan (N de R: la bióloga molecular que se desempeña al frente del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral). Lo patenta el Conicet y eso no sólo permite aplicarlo acá y tener más producción, sino licenciar el uso de ese gen. Como hace Monsanto: ¿querés usar ese gen? Pagá. Sacá las cuentas y cubrís el presupuesto del Conicet de los últimos años con eso solo.
–Para precisarlo más. Un buen gol de nuestra ciencia termina siendo súper rentable en términos de lo que el Estado puso para ciencia y técnica…
–Totalmente. Y te digo que no es una patente sola sino varias, como las relacionadas con vacunas que estamos haciendo con Francia. Las cifras están en el orden de los mil millones de dólares de licenciamiento. Son cifras habituales a nivel global, lo que se le paga a una firma de Sillicon Valley. Lo que está empezando a ocurrir es que Argentina produce cosas que valen eso. Mil millones de dólares son tres años del presupuesto del Conicet; y hablamos sólo de una patente. Más la mayor competitividad para el productor argentino que aunque haya sequía va a seguir produciendo. Y vamos al paso siguiente en la tecnología: alimentos mejorados, más sanos, con menos alergenos, más eficiente para el uso de los fertilizantes, que, como los agroquímicos, no son inocuos.
La próxima generación: apostar a genes machazos
–¿Cómo se regula en el país el tema de las ganancias económicas que generan las patentes? ¿Está previsto que se redistribuyan en parte en el propio sistema de ciencia y técnica?
–El sistema es muy generoso comparado con el norteamericano. Si un investigador del Conicet encuentra algo, el 50 por ciento de los beneficios va para él y el otro 50 para el Conicet o se reparte entre el Conicet y la universidad, si participó en esa investigación.
–¿Y cuando participa la empresa privada con el Estado?
–Si hay una alianza con una empresa se determina según lo que invirtió cada uno. Cuando hacemos acuerdos con las empresas establecemos que lo que invirtió el Estado se multiplica por cuatro por todo lo que invirtió antes; de pronto son veinte años investigando una yerba. Con la propiedad intelectual no se puede ser ni fundamentalista ni inocente. No podés desconocer las grandes presiones que hay detrás de las patentes y cómo las grandes compañías pretenden usarlas en prácticas monopólicas. Tampoco decir “las patentes son malas, no patento nada” porque entonces te curran. Si este gen aislado por la doctora Chan no lo patentamos, habrá alguien en Minnesota que diga “Ah, mirá qué interesante, vamos a producirlo con una bandera argentina. Pero si querés usarlo te lo cobro”. Hay un estudio que se hizo de los ’80 a los ’90 y pico que demostró que con los 500 mejores trabajos de investigación hechos en países en desarrollo se hicieron 250 patentes en los desarrollados, ninguno implicando a los investigadores originales. No basta entonces con tener la capacidad de investigar y de proteger la propiedad intelectual local. Con Raquel Chan y la Universidad del Litoral trabaja también la empresa Bioceres, una asociación de productores nacionales que va a producir la semilla y que se asoció con una empresa americana para aprobar esos genes y venderlos en Estados Unidos y tener ingresos.
–¿Qué pasa con la propiedad intelectual si un investigador argentino encuentra un gen que es gemelo de otro que patentó Monsanto?
–Debería ser mellizo, si no sería una copia. Pero no necesitás al gemelo o al mellizo sino a la siguiente generación. El gen de resistencia a la sequía de la doctora Chan es mejor que los que están desarrollando grandes compañías, porque no sólo se banca la sequía sino que, al contrario que los otros, si no hay sequía te produce 130 en lugar de 100. La idea no es copiar, sino hacer mejor y pelearles el mercado. Esta tecnología de vacunas en la que estamos trabajando va a servir para combatir parásitos, es oral y no necesita refrigeración. Grandes multinacionales están viniendo al país a ver en qué asociarse y hacer de novedoso porque saben que la capacidad de invención está acá.
–El sistema es muy generoso comparado con el norteamericano. Si un investigador del Conicet encuentra algo, el 50 por ciento de los beneficios va para él y el otro 50 para el Conicet o se reparte entre el Conicet y la universidad, si participó en esa investigación.
–¿Y cuando participa la empresa privada con el Estado?
–Si hay una alianza con una empresa se determina según lo que invirtió cada uno. Cuando hacemos acuerdos con las empresas establecemos que lo que invirtió el Estado se multiplica por cuatro por todo lo que invirtió antes; de pronto son veinte años investigando una yerba. Con la propiedad intelectual no se puede ser ni fundamentalista ni inocente. No podés desconocer las grandes presiones que hay detrás de las patentes y cómo las grandes compañías pretenden usarlas en prácticas monopólicas. Tampoco decir “las patentes son malas, no patento nada” porque entonces te curran. Si este gen aislado por la doctora Chan no lo patentamos, habrá alguien en Minnesota que diga “Ah, mirá qué interesante, vamos a producirlo con una bandera argentina. Pero si querés usarlo te lo cobro”. Hay un estudio que se hizo de los ’80 a los ’90 y pico que demostró que con los 500 mejores trabajos de investigación hechos en países en desarrollo se hicieron 250 patentes en los desarrollados, ninguno implicando a los investigadores originales. No basta entonces con tener la capacidad de investigar y de proteger la propiedad intelectual local. Con Raquel Chan y la Universidad del Litoral trabaja también la empresa Bioceres, una asociación de productores nacionales que va a producir la semilla y que se asoció con una empresa americana para aprobar esos genes y venderlos en Estados Unidos y tener ingresos.
–¿Qué pasa con la propiedad intelectual si un investigador argentino encuentra un gen que es gemelo de otro que patentó Monsanto?
–Debería ser mellizo, si no sería una copia. Pero no necesitás al gemelo o al mellizo sino a la siguiente generación. El gen de resistencia a la sequía de la doctora Chan es mejor que los que están desarrollando grandes compañías, porque no sólo se banca la sequía sino que, al contrario que los otros, si no hay sequía te produce 130 en lugar de 100. La idea no es copiar, sino hacer mejor y pelearles el mercado. Esta tecnología de vacunas en la que estamos trabajando va a servir para combatir parásitos, es oral y no necesita refrigeración. Grandes multinacionales están viniendo al país a ver en qué asociarse y hacer de novedoso porque saben que la capacidad de invención está acá.