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viernes, 7 de diciembre de 2018

¿Programar como parte de la educación de un niño?

Soy un desarrollador. No enseñaré a mis hijos a codificar, y usted tampoco debería.

Por Joe Morgan | Slate



Un padre mirando a su hijo mientras se da cuenta de cómo armar una silla para un escritorio con una computadora.
Natalie Matthews-Ramo



En una reciente sesión de fórmula nocturna, pasé por una gran muestra de libros sobre cómo enseñar a los niños a codificar. He visto estos libros, pero nunca una exhibición tan grande dirigida a niños de edad elemental. Estos libros son parte de una avalancha de recursos (campamentos de codificación de verano, clubes de código extracurriculares, aplicaciones diseñadas para enseñar los rudimentos de JavaScript a los niños de jardín de infantes) destinados a equipar a los niños con habilidades a prueba de futuro.

Es fácil ver por qué los padres empujan la codificación en sus hijos. ¿Qué mejor manera de preparar a nuestros hijos para un futuro regido por el software que entrenándolos sobre cómo construirlo? Si todo va a ser automatizado, es mucho más seguro ser el que realice la automatización. Y si aprender a codificar es bueno, entonces aprender antes es mejor. Pero si bien estos productos pueden enseñar a los niños lenguajes de codificación específicos, en realidad tienen muy poco que ver con el trabajo de crear software.

Un antiguo compañero de trabajo fue entrenado en un campo de entrenamiento de codificación con el lema "Codificar es la nueva alfabetización". Ese sentimiento está en el corazón de todos los libros y juegos de programación. La descripción en un libro popular dice que comenzar a programar con anticipación es "esencial para preparar a los niños para el futuro". Esto da la impresión de que no enseñar a los niños a codificar es de alguna manera equivalente a no enseñarles a leer.

Eso es, por supuesto, ridículo. La codificación no es la nueva alfabetización. Si bien la mayoría de los padres saben leer y escribir y saben leerle a sus hijos, la mayoría no son programadores y no tienen idea de qué tipo de habilidades necesita un programador. Los libros de codificación para niños presentan la codificación como un conjunto de problemas con soluciones "correctas". Y si sus hijos solo pueden dominar la sintaxis, podrán hacer las cosas rápida y fácilmente. Pero no es así como funciona la programación. La programación es desordenada. La programación es una mezcla de creatividad y determinación. Ser un desarrollador es algo más que una sintaxis, y ciertas habilidades solo se pueden enseñar a los más pequeños.
Los buenos programadores no solo consiguen que algo funcione. Ellos quieren que sea bueno.

Al principio de mi carrera, escribí un código para configurar y ejecutar un grupo de servidores remotos. El código funcionó muy bien. Al menos eso fue lo que pensé hasta unas 18 horas más tarde, cuando mi teléfono sonó en mitad de la noche y me dijo que un grupo de servidores había fallado. Asombrándose de la cama a mi computadora portátil, volví a ejecutar el código para reemplazar los servidores rotos. Horas más tarde, un grupo diferente falló.

No hubo un problema de sintaxis. Si hubiera habido, los servidores nunca se habrían construido en primer lugar. El problema era mucho más profundo. Aislarlo y resolverlo tomó varias semanas y muchas noches de sueño interrumpido.

La codificación es así. Intenta algo. A ver si funciona. Inténtalo de nuevo. Si un problema fuera sencillo, se automatizaría o, al menos, se resolvería con algún código de código abierto. Todo lo que queda es la difícil tarea de crear algo único. No hay libros que le enseñen cómo resolver un problema que nadie haya visto antes. Por eso no quiero que mis hijos aprendan la sintaxis. Quiero que aprendan a resolver problemas, a profundizar en un problema, a ser creativos. Entonces, ¿cómo enseñamos eso?

Un día, a mi hijo le preocupaba que su silla estuviera tambaleante. Lo miramos y él me ayudó a aislar el problema: uno de los tornillos estaba suelto. Encontré una de nuestras muchas llaves hexagonales sobrantes y le mostré cómo atornillarla nuevamente. Después de eso, sintió curiosidad por lo que sucedería si atornillara de la otra manera, lo que hizo hasta que salió el tornillo. Terminamos tomando la silla completamente separada y armándola de nuevo un par de veces, a menudo con piezas que no coinciden, antes de que estuviera satisfecho de que el trabajo había terminado. Intenta algo. Mira cómo funciona. Inténtalo de nuevo.

Por supuesto, hacer que algo funcione es solo el primer paso para crear software. El siguiente paso es hacer que el código sea claro, reutilizable y ordenado. Una vez, al principio de mi carrera, escribí una característica y se la di a un desarrollador senior para que la revisara. Echó un vistazo a mi espacio descuidado, a las líneas desiguales y a las convenciones de nombres erráticas y solo dijo: "Hazlo de nuevo". Estaba funcionando. La sintaxis era válida. Todavía estaba mal. Los buenos programadores no solo consiguen algo para trabajar. Ellos quieren que sea bueno.

Ese sentimiento de calidad es lo más difícil de dominar para muchos desarrolladores. Se siente bien trabajar con un código bien diseñado, y un código feo hará que los desarrolladores se enojen involuntariamente. Los mejores desarrolladores aprenden a fusionar la lógica abstracta con la sensibilidad de un artista. Aprender a confiar en ese sentimiento estético es tan parte del desarrollo como cualquier algoritmo o patrón de codificación.

Mi esposa y yo recientemente hicimos galletas de azúcar con nuestro hijo. Cada vez que mezclamos algunos ingredientes haríamos una pausa y miraríamos la masa y hablaríamos sobre la textura y el color. ¿Fue suave? ¿Conseguimos todas las partes mezcladas uniformemente? Cuando extendimos la masa, mi hijo palpó la superficie y observó cómo mi esposa le mostraba cómo hacer que todo fuera uniforme y delgado. La parte más difícil, sin embargo, fue cortar las formas. Como todos los niños, instintivamente empujó el cortador justo en el medio de la masa enrollada, y cada vez intentábamos explicar cómo colocar las formas una al lado de la otra para maximizar cada rollo.

Cada paso: medir con precisión los ingredientes, medir la masa mezclada para obtener suavidad y consistencia, realizar cortes de precisión para minimizar el desperdicio, le enseñó algo acerca de la calidad. Es difícil enseñar la diferencia entre simplemente ejecutar pasos, como seguir una receta y hacer algo bien. Solo se puede transmitir a través del sentimiento y la experiencia. Y cada vez que involucras a tus hijos cuando trabajas en algo que valoras, les estás enseñando cómo hacer las cosas bien. Los estás preparando para escribir código.

Pero no solo les estás enseñando eso. Les estás enseñando que el mundo está lleno de cosas interesantes que descubrir. Les está mostrando cómo ser apasionados y buscar ese sentido efímero de calidad en todo lo que hacen. La mejor parte es que incluso si no se convierten en programadores, la mayoría no debería y no lo hará, las mismas habilidades se pueden utilizar en casi cualquier carrera, en cada hobby, en cada vida. Cuando obligamos a los niños a aprender la sintaxis, reforzamos la idea de que si algo no es una habilidad descartable, no es valioso. Los adultos pueden aprender la sintaxis. Sólo los niños pueden aprender a abrazar la curiosidad.

miércoles, 2 de marzo de 2016

La educación escolar en Silicon Valley: sin WiFi ni computadoras

Sin ordenadores ni wifi: así son los colegios que triunfan en Silicon Valley
En lugares como California proliferan cada vez más los colegios sin tecnología. En España, con nuestro cuestionado sistema educativo, muchos padres también optan por métodos alternativos.

Rita Abundancia - El País


Sin ordenadores ni wifi: así son los colegios que triunfan en Silicon Valley
¿Tiene sentido enseñarles una tecnología que estará obsoleta en 10 años? Foto: Corbis


Los gurús de Silicon Valley, los cerebros detrás de Apple, Google, Yahoo o Hewlett-Packard, los que inundan el mundo con nuevos softwares y aplicaciones, envían a sus hijos a escuelas en las que los ordenadores brillan por su ausencia y el material escolar se parece más al de una comunidad Amish que al de una oficina en el laboratorio tecnológico de ideas más grande del mundo. Los mismos que diseñan tablets, juegos interactivos y programas informáticos para niños, eligen una infancia sin pantallas para sus retoños, en escuelas alternativas, libres de wifi.

La Waldorf School de Península, en California, es uno de los centros que concentran más hijos de la tecnología, con una pedagogía que apuesta por la experimentación en el mundo real, una vuelta al papel y al lápiz y un énfasis en fomentar la creatividad, curiosidad y habilidades artísticas innatas en los más pequeños. De hecho, muchos empiezan a cuestionarse el papel de la informática en las aulas. Como apuntaba The Guardian en un artículo al respecto, la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD), sugiere en un informe global que los sistemas de educación que han invertido mucho en ordenadores han registrado una “insignificante mejora” en sus resultados de lectura, matemáticas y ciencias, en los test del Programme for International Student Assessment (PISA); mientras, en palabras del director de educación de la OECD, Andreas Schleicher, “los mejores sistemas educativos, han sido muy cautos a la hora de usar tecnología en las aulas”.

Beverly Amico, líder de la asociación de escuelas Waldorf de Norteamérica, comentaba al mismo periódico que “sus centros enseñan a los alumnos las nuevas formas de pensar que muchos empresarios demandan” y añadía que “los estudiantes criados con tecnología acusan a menudo poca disposición para pensar de forma distinta y resolver problemas. Habilidades como tomar decisiones, la creatividad o la concentración son mucho más importantes que saber manejar un iPad o rellenar una hoja de Excel, sin contar con que la tecnología que utilizamos ahora, resultará primitiva y obsoleta en el mundo del mañana”.

Nuestro país se sitúa a la cabeza de Europa en cuanto a índices de fracaso escolar y abandono educativo, conceptos distintos. Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), correspondientes al 2015, pero publicados el pasado enero, alardeaban de un ligero descenso de seis puntos en la tasa de abandono educativo temprano. Algo que los expertos atribuyen al paro y a la decisión de seguir con los estudios al no haber trabajo. Aún así, España no solo sigue a la cabeza de la UE en este aspecto, sino que además duplica la media europea. Ésta y otras razones son las que han hecho que muchos padres se replanteen la educación de sus hijos y opten por escuelas alternativas, con programas educativos y planes de estudios heterodoxos, que huyen de la uniformidad, los libros de texto y la división de los alumnos por edades.

El auge de las pedagogías alternativas

Almudena García, madre y programadora informática en Girona, es la creadora del portal Ludus, un directorio de pedagogías alternativas que inició hace año y medio. García sustituyó la impersonal guardería por un grupo de crianza, en el que madres e hijos compartían un espacio de juego libre, y ahora piensa a qué colegio llevará a su hija cuando ésta cumpla los 6 años. “La economía es la que marca le educación”, comenta Almudena, “la escuela tradicional, que todavía tenemos, nace con la época industrial, en la que se demandaban individuos homogéneos, con una cultura y preparación muy similar y aptos para cumplir órdenes y no cuestionarse demasiado las cosas. Con clases en las que el profesor era el único protagonista, basadas en libros de texto y en la capacidad para memorizar determinadas enseñanzas. La pedagogía alternativa propone todo lo contrario, un trabajo basado en proyectos en los que el niño es el autor de su propio aprendizaje”.

Muchas de estas nuevas filosofías educativas florecen en la escuela infantil, lo que antes se llamaba preescolar, pero son menos las que continúan hasta una edad más avanzada, en parte por problemas legales. Según Almudena, “hasta los 6 años la ley no dice nada, pero a partir de esa edad y hasta los 16, la normativa obliga a escolarizar a los niños en un colegio homologado. Homologar un centro educativo requiere de una serie de requisitos que no están al alcance de todos, por razones económicas (polideportivo, cancha de baloncesto, tener un determinado número de váteres, un aula para cada edad o grado…), lo que hace que muchas escuelas no entren en esta categoría. Esto depende de las diversas comunidades autónomas y, la mayor parte de los casos no ocurre nada, pero si hay problemas o inspecciones, los padres son los culpables. Hace poco, los servicios sociales enviaron cartas a los padres de los alumnos de una escuela no homologada, en las que se les instaba a que los pequeños abandonaran el colegio, con la amenaza de retirarle la custodia de sus hijos; ya que tener el niño en un centro no homologado equivale al absentismo escolar. Si hay planes de que el estudiante ‘alternativo’ continúe en el mundo académico, lo que se suele hacer es matricularlo en el último curso de ESO, para que se reincorpore a la educación ortodoxa”.

Alternativas a la vieja escuela

El Tomillar, en Torrelodones, es lo que se denomina una escuela constructivista, y acoge niños hasta los 6 años, pero también una escuela infantil pública de la Comunidad de Madrid. Según Piedad Pozo, directora del centro, “en vez de que el niño se adapte al colegio, aquí pensamos que somos nosotros los que tenemos que adaptarnos al alumno y los profesores son meros mediadores en el proceso de aprendizaje. Aquí no hay libros de texto, ni fichas. No todos los niños trabajan en la misma cosa a la vez y respetamos los tiempos de aprendizaje de cada uno. Tratamos de enseñarles procedimientos en los que irán profundizando a medida que se hagan mayores. Por ejemplo, podemos hablar de los castillos y ellos deben buscar cosas, hacer dibujos, preguntar a sus padres. Empezar a investigar en la medida de sus posibilidades”.

El Bosque Escuela Cerceda, en el municipio de Cerceda, Madrid, renuncia a las aulas para que los niños aprendan en plena naturaleza. Una tendencia que nació en Alemania, donde ya hay más de mil centros de este tipo. Esta escuela admite niños de entre 3 y 6 años y cuesta 387 euros mensuales. Según Philip Bruchner, licenciado en ciencias forestales, educador infantil y director gerente y promotor de la idea, “los planes de estudios son los mismos que en un colegio normal, la diferencia es que aquí las clases son al aire libre y los niños no cargan con libros sino con una pizarra, que llevan en su mochila, además de una cantimplora, el almuerzo y ropa para la lluvia”.

Según Philip apunta, “se ha demostrado que el contacto con el aire fortalece el sistema inmunológico. En Suecia se hizo un estudio que reveló que los niños que pasan más tiempo fuera tienen menos enfermedades y faltan a clase un 8% menos que el resto. Aún así, tenemos una cabaña para los días que hace muy mal tiempo. En un medio natural se fomenta más la fantasía, la creatividad, la concentración y la autonomía a la hora de resolver conflictos”, señala este educador.

Ojo de Agua, en Alicante, más que un colegio es, como a sus miembros les gusta llamarlo, un ‘ambiente educativo’. Nació en 1999 y forma parte de la red de educación democrática. Su principal característica es que los alumnos, de entre 3 y 18 años, eligen las actividades que quieren hacer, en función de sus intereses. Según Javier Herrero, codirector del centro, los niños no solo están interesados en el baloncesto o la música, “las demandas son muy variadas: hacer una revista, idiomas, cursos de supervivencia, pero también nos piden aprender reglas de ortografía, matemáticas, grupos de lectura. Hay actividades más estructuradas para que todos los estudiantes salgan con unos conocimientos básicos y, además, preparamos para los exámenes de acceso a escuelas o a la universidad”. Como casi todos los colegios alternativos, este centro no divide por edades y dedica mucho tiempo a los padres. “Lo que fomentamos, teniendo en cuenta las diferentes individualidades, es la seguridad en uno mismo, la alegría de vivir, la iniciativa, empatía, capacidad de diálogo y escucha”, afirma Herrero. La escuela es privada y cuesta 400 € al mes.

¿Educar para un mundo feliz?

Algo en lo que casi la totalidad de los profesionales de la educación coinciden, es en la urgencia de reformar el sistema educativo español. Estela d’Angelo es psicóloga y pedagoga, además de profesora, dentro del departamento de didáctica y organización escolar, de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. D’Angelo opina que “el sistema se niega a cambiar y obliga a que los alumnos sean los que deben adaptarse a él, cuando lo deseable sería lo contrario”. A grandes rasgos las críticas de esta experta se concentran en una mejor y nueva formación de los profesores; en la necesidad de dejar margen, en el sistema educativo, a la diversidad y en crear otros ambientes de aprendizaje. “Se aprende en interacción y esto es algo aceptado ya en todo el mundo. Sin embargo, la aulas todavía miran para delante, el profesor es el eje central y se trabaja muy poco en equipo”.

Según Estela los propios espacios hablan por si mismos, en un país en el que, desde fuera, los colegios se asemejan a prisiones de máxima seguridad. “En Finlandia, nación que siempre se toma como referencia del ideal educativo, las escuelas se asemejan mucho a las casas, con lugares comunes, que recuerdan a saloncitos, o cocinas donde los propios alumnos recogen y ordenan las cosas. Aquí hay un excesivo control, en aras de la seguridad, que vuelve a los niños muy dependientes. Pero, a veces es un control en cosas sin importancia o más arbitrarias, mientras luego se ven casos de acoso que no han tenido la atención necesaria”.
Por todo lo anterior D’ Angelo comprende el giro de muchos padres hacia la educación alternativa, pero apunta también un riesgo en algunas de estas escuelas, “el hecho de crear situaciones ideales y contextos en los que el alumno es siempre tenido en cuenta, respetado y donde se aceptan siempre sus gustos. A veces, algunos centros actúan como invernaderos, que aíslan a los chicos del mundo exterior y les brindan un ecosistema ideal, pero la vida real no es así y puede que cuando salgan registren un choque importante”, puntualiza esta pedagoga.

jueves, 4 de febrero de 2016

Googlismo: No es necesario el título universitario para ser contratado

Sin título universitario, pero con un perfil de alta demanda en las empresas
Un directivo de Google encendió la polémica al afirmar que los antecedentes académicos no aseguran a la empresa obtener lo que necesita de sus empleados

Jorge Mosqueira
LA NACION


Laszlo Bock

Cada época tiene su paradigma sagrado respecto de la gestión interna, basado en aquellas empresas que son más exitosas. Hubo un tiempo que primó el "fordismo", con su cadena de montaje en serie; otro en el que se afirmó el "toyotismo", dando lugar a los círculos de calidad y la calidad total, y ahora estamos pasando por la fiebre del "googlismo", no sin razón.

El resto de las empresas se alinean, miran y copian, a veces a contramano de sus propias necesidades y cultura, mediante el mismo mecanismo de las modas en el vestir. Pero más allá de estos disparates frecuentes, producto de la pereza intelectual, todo lo nuevo puede ser un aporte valioso si es considerado como opción, saliendo de una miope rutina. Tal es lo que sucede con las definiciones del vicepresidente de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, quien afirma que "los antecedentes académicos no sirven para nada" y que "las puntuaciones de los candidatos en los test son inútiles como criterio de contratación".


Naturalmente, estas afirmaciones pondrán los pelos de punta a más de un académico, a los profesionales de recursos humanos y cualquier otro dirigente, convencidos todos de que ser buen alumno equivale a ser buen empleado. Este vínculo indiscutible es lo que cuestiona Laszlo Bock, debido a "la desconexión existente entre lo que se enseña en la universidad y el trabajo que se realiza en la compañía". Y amplía: "La gente que tiene éxito en la universidad es un tipo de gente específicamente entrenada para tener éxito en ese ambiente. Una de mis frustraciones cuando estaba en la universidad es que sabía que el profesor estaba buscando una respuesta específica".

Es un punto interesante, a considerar, cuando enfocamos la relación entre los estudios universitarios, tal como se siguen entendiendo en la mayoría de dichos establecimientos educativos, respecto de los requerimientos laborales de hoy. De algún modo denuncia un gran atraso en la educación en sus métodos de enseñanza, que conservan el propósito de formar profesionales estudiosos, pero, fundamentalmente, obedientes.

Cuanto más precisos sean los contenidos incorporados acríticamente, mayor será la puntuación obtenida, por lo que se premia la digestión indiscriminada, la ingesta cerebral acumulativa, sin procesar. Alguna vez, en este mismo espacio se mencionó aquello de que si Galileo (1564-1642) despertara hoy en un quirófano, no podría entender dónde se encuentra. Pero si lo hiciera en una universidad, no tendría dudas. Las metodologías educativas parecerían ir muy a la zaga de lo que hoy (y siempre, en realidad) se necesita para que la civilización avance positivamente en todos sus aspectos.

Entonces, si tomamos como referencia el promedio de las notas obtenidas durante la carrera, ¿qué nos dice, realmente, como para tenerlo en cuenta e incorporarlo al plantel? Aquello que no se discute permanece congelado y prontamente perimido. Tal vez la materia que nos falta aprobar es la del desprendimiento de ideas preconcebidas. Desprendimiento I, II y III, por lo menos, en cada carrera universitaria.

"Hemos llegado a la conclusión de que [los antecedentes académicos] no predicen nada", asegura Bock, quien explica que es algo que se está empezando a notar en las oficinas que la compañía tiene por todo el mundo.

La proporción de trabajadores de Google sin título universitario no para de crecer. Hay equipos en los que el 14% de los miembros nunca ha ido a la universidad. Algo para pensar.

jueves, 21 de enero de 2016

Radiografía de Silicon Valley

¿Qué está comiendo Silicon Valley?



Es hora de salir de la burbuja para hacer dinero. (Reuters / Albert Gea)


Escrito por Andrew Yang - Quartz
Fundador y CEO de Venture for America

Como la mayoría de la gente, me miro y admiro a los héroes de Silicon Valley (los de verdad, no los de la serie de televisión). Ellos han dado vida a servicios (por ejemplo, Google, Facebook, Uber, LinkedIn, Airbnb) que usamos todos los días y hacer del mundo un lugar mejor. Han creado valor, riqueza y oportunidad en niveles históricos sin precedentes.
También he tenido la oportunidad de conocer algunos de los principales directores ejecutivos y empresarios del Valle y son, de lejos, por la buena gente de buen carácter, brillantes y reflexivos. Son serios y comprometidos con la construcción de cosas positivas. Algunos de ellos son donantes a mi organización, por lo cual estoy inmensamente agradecido. Está claro que Silicon Valley es hoy más que nunca el centro de la innovación y el progreso tecnológico.
Dicho esto, hay algunas cosas sobre él que están empezando a ponerme nerviosa.
He tenido varios amigos me dicen que están dejando el valle porque quieren volver al mundo real. Un empresario exitoso me dijo que fantasea con abandonar porque quiere criar a sus hijos la forma en que fue criado en Rochester, y que su dinero sería triplicar efectiva tan pronto como se fue. Otro empresario exitoso que se mudó a San Francisco, dijo que se sentía como "sólo otra vaca en el corral", y que le gustaba pasar tiempo en otras partes del país, ya que lo hizo sentir más como si estuviera haciendo una diferencia.

¿Cuáles son estas personas hablando? ¿Cuáles son las cosas que están empezando a asustar a la gente acerca de Silicon Valley? Hay algunos temas que surgen una y otra vez:

El epicentro de la riqueza y el dinero joven

Hay una gran cantidad de jóvenes, generalmente de muy buenos colegios, lo que hace más dinero que la mayoría de las personas nunca verán. Estos son pasantes universitarios de verano (que no son ingenieros) que se están pagando $ 7.000 + al mes y obtener ventajas como vuelos gratis a casa a visitar los fines de semana. Una guerra de ofertas y de cinco y bonificaciones de seis dígitos se les paga a cabo para los graduados de ingeniería de nuevo cuño, en particular de Stanford. Los salarios promedio son ahora cerca de $ 200.000 en el Valle, por no hablar de la boca de la compensación basada en acciones, que puede ser mucho más altos.
Todo lo anterior hace que los negocios sentido Me ofrecen lo mismo a un joven a quien yo pensaba podrían haber una diferencia de decisiones. Pero es una gran cantidad relativamente temprano en la carrera profesional de las personas.

Supercompetitivos

Las empresas de tecnología tienden a operar en el ganador se lleva todos los espacios y así adoptar una cultura muy alto compromiso. Es decir, si hay 10 o 100 aplicaciones de mapeo o redes sociales, la empresa dejó de pie es de miles de millones, y el resto son merece una muy pequeña fracción de eso (probablemente sólo lo que la gente va a pagar por el talento en la mano). Como resultado, las organizaciones son ultra-eficiente y esperan largas horas y la disponibilidad constante. Está bien ganar o perder grandes para una gran cantidad de empresas, y no hay mucho en el medio.

El trabajo duro es impresionante. Pero cuando ves a un ejército de personas que miran fijamente sus pantallas de ordenador en la noche después de la cena, que es un poco espeluznante.

Guerra por el talento

Si quieres ganar a lo grande, usted tiene que conseguir las mejores tropas. Empresas de tecnología con buenos recursos ya están a la caza de talentos como nunca antes, la construcción de tuberías de reclutamiento masivo de Hoover hasta los mejores prospectos e ingenieros. Google recluta a los diablos de Stanford, Berkeley, Carnegie Mellon, el MIT, y otras escuelas superiores ofrecen seis cifras para empezar, además de bonos. Facebook patrocina hackathons en las escuelas superiores, se mantiene en contacto con los profesores, e invierte toneladas de recursos con el fin de ser el empleador más visible y evidente.
No creo que los chicos inteligentes no han notado, la proporción de estudiantes de Stanford que se especializan en las Humanidades ha caído de más del 20% a sólo el 7% el año pasado, lo que provocó lamentos entre Historia e Inglés profesores cuyas clases ya no tienen los estudiantes. Un administrador bromeó conmigo que Stanford es ahora el Instituto de Tecnología de Stanford. En 2014, más de Harvard Business School graduados entró en la tecnología que en la banca por primera vez desde la era de las puntocom.

Una vez más, yo haría lo mismo. Pero es esta la asignación óptima de nuestros mejores y más brillantes? Y es una buena cosa que una de las mejores universidades de nuestro país parece ir vocacional?

Cultura Insular / No impresionada en la diversidad

Los campus corporativos y comodidades del lugar de trabajo de Apple, Google, Facebook, etc. son legendarios. Son lugares de interés turístico de información privilegiada. Para el empleado promedio, usted se despierta y conduce desde un barrio residencial de una nave espacial a tierra. Usted permanece allí y comer la cena gourmet subvencionada con alguien que es muy parecido a ti. O tal vez se toma el autobús de la empresa oscuro con ventanas de San Francisco y puntea en mensajes de correo electrónico con los auriculares puestos. Incluso las empresas más pequeñas están compitiendo en las paredes de escalada y mesas de ping-pong.
Esta forma de vida no suele exponerse a las personas que viven diferentes formas de vida. Y la gente en el autobús y nave espacial no son representativos de la mayoría de la sociedad basada en el sexo o la raza o la educación o la edad. "Silicon Valley es una burbuja" no se refiere a las valoraciones o dinero-se refiere al hecho de que usted vive en una burbuja.

Loco alto costo de vida 

En pocas palabras, será volar tu mente lo que cuestan las cosas en términos de vivienda en el área de la bahía en este momento. Casas modestas para más de un millón de dólares. Pequeños apartamentos iguales. Apartamentos de un dormitorio comienzan a partir de más de $ 3,000 / mes. El hogar promedio en el condado de Santa Clara vendió por $ 1.25 millones en agosto de 2015, un 9% respecto al año pasado. ¿Cómo es un maestro o casi cualquier persona normal va a vivir allí?

Incluso si usted puede permitirse el lujo de vivir en un barrio, los costos elevados hacen que sea fácil de comparar con los demás y decir: "Bueno, seguro que soy más rico que cualquier persona que crecí, pero yo no soy tan rico, porque mira en ese chico que trabajo con o fui a la escuela con o que vive en la misma cuadra. Ese tipo es realmente rico. "No es un entorno de abundancia, pero una de mantenerse al día con los vecinos.
Estas son algunas de las cosas que están haciendo la gente incómoda dentro y sobre el valle. Ninguno de estos problemas son culpa de nadie. Es sólo el mercado en-el trabajo del mercado de capitales, el mercado para el talento, el mercado de bienes raíces.
Me recuerda a una buena cantidad de Wall Street. La imagen pública de Wall Street tomó un post-crisis financiera golpeó en parte debido a que fueron rescatados por el gobierno, en parte debido a que contribuyeron a la crisis, y en parte debido a que no producen bienes y servicios tangibles (nadie puso como loca en Chrysler, por ejemplo).
Pero otra razón Wall Street tuvo problemas para mantener la buena voluntad fue a causa de algunos de los atributos anteriores, cobrando excesivamente duro, demasiado, demasiado pronto, la realidad paralela, el dinero que fluye por todas partes, ricos hombres blancos, etc. Para usar una metáfora deportiva, es como si los Yankees o la Universidad de Duke o los Patriots-empiezan a conseguir difícil de raíz para, a menos que sean de su equipo local.

Resolver los grandes problemas

Tal vez la mayor crítica de Silicon Valley viene de un técnico citado en reciente artículo de la revista Vanity Fair por Nick Bilton- "cultura tecnología SF se centra en la resolución de un problema: ¿Cuál es mi madre ya no hacerlo por mí?"

Conseguir un coche en la demanda, encontrar algo en línea, herramientas de productividad empresarial, conectar con la gente, se trata de soluciones que demanda el mercado y recompensas. Ellos hacen dinero. Silicon Valley es como Wall Street en que va a llenar y aprovechar las oportunidades de mercado a sus extremos lógicos.
Si hay una manera de que Silicon Valley puede conducir y distanciarse de las críticas de la insularidad y de fuera de la touchness, es para hacer frente a los grandes problemas difíciles, espinosos que mejorarían el estado del mundo. Problemas que son desordenados, prolongada, e implican la posibilidad de fracaso y vergüenza. Ellos no tienen un mercado listo. Afectan a ricos y pobres por igual. Tocan sistemas defectuosos. Son menos "¿Qué le dijo la mamá hacer para hacer mejor mi vida?" Y más "¿Qué haría que mamá orgullosa?" Ellos requieren que usted haga más de un cheque, y en lugar de agacharse y moler fuera durante años.
¿Qué problemas Qué quiero decir? Aquí están algunos que vienen a la mente que le daría a Silicon Valley el liderazgo moral para que coincida con su poderío económico e intelectual:

Agua

Todos sabemos que California se ha quedado atascado en una sequía de varios años. Es el gran igualador. El Área de la Bahía se ha visto afectado menos duro por el racionamiento de agua que el sur de California, pero la sequía está finalmente empezando a afectar la capacidad de las personas para regar sus céspedes y sacar el Slip 'N Slide, por no hablar de su influencia sobre los incendios forestales épicas que son la destrucción de los hogares de todo el estado.
Imagínese si los recursos de Silicon Valley eran hacer frente a este desafío. ¿Qué hay de la construcción de una tubería de agua desde Canadá hasta el norte de California? Desalación Megascale, de estilo israelí? Tecnologías de conservación a gran escala? Si hay algo que hacer que todos en California declarando empresas como héroes es esto. El agua es gratis en California, pero en realidad no-así que el portador de agua.

Tráfico / infraestructura

Un CEO comentó que le tomó alrededor de una hora para hacer un viaje de 15 millas en la mañana a Palo Alto. Me encontré moviendo la cabeza al pensar en todos estos millonarios avance lento a lo largo en el tráfico parado dos veces al día, incluso los que hicieron todo lo posible para diseñar un corto viaje. Mientras que algunos de sus Teslas puede conducir a sí mismos por lo que el conductor puede enviar correos electrónicos y otras cosas, la longitud de trayecto es el mayor determinante único de la felicidad en el día a día de acuerdo a los psicólogos. ¿De qué sirve ser un mega-Baller si estás atascado en el tráfico de todos los días?
Lo sé, coches de auto-conducción de Google irán corriente principal en 2030 y reducir en gran medida el tráfico (y potencialmente eliminar cientos de miles de puestos de trabajo de conducción). Mientras tanto, ¿qué hay de peaje dinámico? Los tiempos de viaje escala? Jetpacks? Una asociación público-privada para agregar cuatro carriles para ensanchar la ruta 101? Una vez más, el que hizo esto sería un héroe, y probablemente podría nombrar a los nuevos carriles después de su empresa.

Cuestiones de diversidad y sociales

América se está bifurcando rápido. La movilidad social es baja, el desempleo tecnológico va en aumento, y nos estamos dirigiendo hacia un país donde la mayoría no blanca en 2043 tendrá niveles más bajos de ingreso, la riqueza, la educación, la libertad física, y la participación política de la minoría blanca. Ese es el país los niños están creciendo en.
Las empresas de tecnología están comenzando a centrarse en conseguir una mayor diversidad en sus propias organizaciones, que es un gran lugar para comenzar. Pero hay mucho más que se puede hacer.
Tome la controversia actual sobre la actuación policial. ¿Me estás diciendo que la mejor arma no letal que podemos dar un oficial en el año 2016 es un Taser con un alcance de 25 pies que fue desarrollado en 1974? O que puedo tener una cámara de vídeo en mi teléfono pero no puedo pegar uno en cada placa?
¿Realmente no hay sistema mejor que confiar en consejeros con exceso de trabajo y las pruebas estandarizadas a los 16 años para identificar las minorías con talento en las ciudades del interior?
Tecnólogos podrían hacer mucho para llevar en la dirección correcta.

Educación

Puntajes Nacional SAT están en sus puntos más bajos en una década. La educación en línea es omnipresente, sin embargo, no parecen estar cada vez más inteligentes. En todo caso, es una especie de lo contrario. Tenemos décadas de investigación sobre educación efectiva que no se está aplicando en todo el país. Mientras tanto, aramos a millones de niños a través de un sistema de fábrica que fue diseñado en la era agraria.
Me encanta Altschool, Minerva Proyecto, y de la Academia Khan, pero estamos siendo sólo arañar la superficie de la oportunidad y la necesidad de todo el país. Así que mucha gente quiere esto, es irreal. Incluso hay dinero en esta sola los EE.UU. gasta $ 621 mil millones en la educación pública, con resultados desiguales.
Está llenando burbujas con un lápiz en una prueba diseñada en 1901 siendo el mejor que podemos hacer para medir el potencial humano?
Soy optimista porque esta generación de expertos en tecnología está empezando a tener hijos. Nada de lo que motiva a averiguar lo que está pasando con un sistema más que cuando su hijo tiene que entrar en ella (incluso las escuelas privadas).

Gobierno

Cuando tecnólogos interactúan con el gobierno, tienden a centrarse ya sea en las cosas que son buenas para sus intereses comerciales (inmigración, acceso a Internet) o libertarianism (estancia fuera del camino). De lo contrario, el dinero se pierde en un laberinto. Es un pantano, otro mundo. El sistema operativo del gobierno es fuera de fecha y necesita una actualización de sólo no es capaz de actualizarse a sí mismo.
No deje que el susto sistema que fuera. Mira Lawrence Lessig, él es un profesor de derecho que está tratando de obtener dinero de la política y crowdfunded $ 11 millones de dólares para hacerlo. Eso es lo que Google gastó en cabildeo año pasado.
O Jen Pahlka y el Código de los Estados Unidos, que envía programadores y diseñadores para ahorrar dinero ciudades mostrándoles lo que un equipo delgado, con talento puede hacer.
O Megan Smith quien dejó Google para convertirse en director de tecnología de los EE.UU., junto con la ola de héroes que se mudó a Washington DC para salvar Healthcare.gov.
Todavía es su país. No renunciar a ella.

Espíritu empresarial poco sexy

Para habitantes de Silicon Valley, se trata de la edad de oro de la iniciativa empresarial. Pero si nos fijamos en todo el país, el espíritu empresarial se encuentra en una de 24 años de baja y más jóvenes no están iniciando negocios, en línea o de otra manera. Están buscando trabajo en Baltimore, Detroit, Nueva Orleans, Cleveland, St. Louis, Providence, Cincinnati, San Antonio, estado de Nueva York, y en cualquier otro lugar de pagar los préstamos y tal vez formar una familia.
Emprendimiento en estas otras ciudades se ve muy diferente de lo que hace en el Valle. Es poco atractivo y valiente, medida en la deuda de tarjetas de crédito en lugar de reuniones de capital riesgo, por conseguir clientes en lugar de los visitantes o usuarios, cambiando el barrio en lugar de cambiar el mundo. Las compañías están no comenzaron con el deseo de ser enorme, pero debido a que hay un problema que hay que resolver.
Estos empresarios admiran a las personas en el Valle en busca de inspiración. No vas a creer lo grande que una diferencia que haría tener rockstars tecnología pasan tiempo en estas ciudades y se comprometen a hacer mejor. Haría que estos empresarios piensan todo era posible.
Estos son sólo los problemas que vienen a la mente para mí. La verdad es que usted puede elegir casi cualquier cosa bajo el sol que se sintió fuertemente sobre, siempre y cuando se trataba de un buen lugar.
Cuando me encontré con una empresa, yo no tengo tiempo para mucho más. Pensé que el trabajo que estaba haciendo representó el impacto más profundo y buena que podría hacer en el mundo. Yo estaba concentrado. Yo quería ser rico. Si alguien me pidió ayuda me gustaría hacer una pequeña contribución, pero sentí mi mayor contribución fue mi trabajo diario.
Después de que nos adquirimos, pensé acerca de unirse o comenzar otra compañía. En vez acabé fundar una organización no lucrativa de hacer el emprendimiento más accesible y distribuido en todos los EE.UU..
Esa decisión ha impulsado en los últimos cinco años. Ha sido una lucha y una educación masiva. Más difusa del mercado. Nada es tan limpia como usted quiere que sea. La humanidad de que puede ser abrumador.
Pero subyacente a la humanidad es la convicción de que el problema que está abordando la pena resolver. Se le desafía de manera similar a tener un hijo, que crecen o dejar de fumar, dejar de fumar solamente se te hacen un perdedor.
Aquí está la súplica a Silicon Valley: estamos preocupados que está perdiendo su alma. Por favor, asumir retos que son dignos de ti, que exigen el corazón, la reputación, el tesoro, el compromiso, la convicción y valores, no sólo lo que pide el mercado de ustedes. Ustedes son los constructores de esta era. No es suficiente. Necesitamos al plomo.

martes, 21 de julio de 2015

La educación en la programación

El desafío de enseñar programación a los niños de forma lúdica
En esta etapa, los más chicos deben desarrollar una interacción entre los espacios físicos y virtuales de forma entretenida, dijo el investigador Walter Bender, a cargo del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts entre 2000 y 2006


 El investigador estadounidense Walter Bender durante su presentación en la Aldea Digital 2015, en México. Foto: EFE

La Nación

El investigador estadounidense Walter Bender dijo que la enseñanza a los niños de la programación informática debe ser completamente lúdica, como una forma sencilla de acercarse a las computadoras y a las nuevas tecnologías.

"Los niños empiezan a participar en este cambio tecnológico con la idea de que ellos pueden hacer algo que parece muy complejo como programar, cuando en realidad están haciendo cosas bastante sencillas en términos de computación", dijo Bender durante su presentación en la Aldea Digital en el Zócalo de la Ciudad de México.

Bender ofreció una charla sobre Turtle Blocks, un lenguaje de programación sencillo, de fácil aplicación y aceptación por los niños, que diseñó precisamente para el aprendizaje de los más chicos.

Dijo que actualmente los niños juegan con las computadoras y los teléfonos inteligentes y cuando se les presenta el lenguaje de programación juegan pero al mismo tiempo aprenden.

"Y se les mete en la cabeza que no solamente pueden implicarse en los juegos sino que también pueden escribirlos", y así los niños no sólo son consumidores sino productores, abundó.

Bender, quien ha creado programas en todo el mundo en los que difunde la tecnología para el aprendizaje, dijo que "la diversión para los niños no empieza cuando interactúan con la pantalla sino con el mundo físico" y sostuvo que se les deben enseñar a vivir en el mundo real y no sólo en el virtual.

El tecnólogo, de 59 años, presentó la conferencia titulada "Más de 20 cosas que hacer con Turtle Blocks", todas enfocadas al aprendizaje de los niños.

La diversión para los niños no empieza cuando interactúan con la pantalla sino con el mundo físico, dijo Walter Bender, investigador científico que dirigió el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) entre 2000 y 2006
Walter Bender fue licenciado como investigador científico en el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el cual dirigió entre 2000 y 2006.

El investigador destacó la singularidad y el crecimiento de la Aldea Digital, evento auspiciado por el empresario Carlos Slim y que es promovido por sus empresas Telmex y Telcel.

"Una de las cosas que me parecen increíbles de la Fundación Carlos Slim es que todo lo que hacen es como un viaje a la Luna. Los números son impresionantes y este evento en cuanto a escala y al número de personas que participan, ven y hacen cosas, debe aplaudirse", destacó.

"Yo no sé de ningún otro evento como este en ninguna parte. La Aldea Digital es un evento muy importante porque uno expone ante una base amplia de la ciudad todas las herramientas tecnológicas que se utilizan actualmente", añadió.

En la Aldea Digital, que estará instalada en el Zócalo hasta el 26 de julio, el público tiene acceso gratuito a internet de alta velocidad, así como a talleres, cursos y otras actividades educativas. Los organizadores esperan más de 300.000 visitantes durante los 17 días de actividades.

El evento tendrá conectadas 1.200 computadoras y 100 tabletas, todas a disposición de los asistentes, lo que representa una conectividad a internet de 100 gigabits, que equivalen a un millón de personas jugando en línea al mismo tiempo o más de 500.000 personas escuchando música en alta calidad.

También contará con la participación de 50 conferencistas de 20 países, entre los que destacan, además de Bender, Michio Kaku, Jim Messina, Hitesh Sheth, Marie Duggan, Eric Lander y Steve Wozniak.

Agencia EFE.

domingo, 25 de agosto de 2013

Enseñando a programar a un croto

That Homeless Guy Accepted The NYC Programmer's Offer To Learn How To Code



Business Insider



Yesterday, NYC programmer Patrick McConlogue made internet waves with a post on Medium that suggested he wanted to teach the homeless how to code.
In an interview with Business Insider, the 23-year-old said he simply wanted to give the homeless man he sees on his way to work each morning a choice: he could take $100 in cash or get the chance to learn a new trade. If the man rejected the money, McConlogue would provide him with a laptop and coding books, as well as one hour of coding lessons a day for two months. 
The whole thing caused a lot of people in the tech world to blast McConlogue for being insensitive toward homeless people and turning the man into his pet project.
But it looks like McConlogue will get the last laugh.
The homeless man, who McConlogue dubbed The Journeyman Hacker, is named Leo. Today, he took McConlogue up on his offer; he's going to learn to code.
In an update on Medium today, McConlogue writes:
It turns out Leo is a genius particularly concerned with environment issues. As I sat there becoming increasing stunned, he rattled off import/export prices on food, the importance of solar and green energy, and his approval for “efficient public transportation initiatives [referring to NY’s new Citibike]”. He is smart, logical, and articulate. Most importantly, he is serious. It’s up to him if dedication is also his gift.
The next step? For the next two months, McConlogue will leave for work an hour earlier to meet with Leo for a coding lesson. McConologue said he overnighted him a Chromebook with access to Code Academy, three levels of coding books, and a solar charger. He said he has yet to find something to "hide" the laptop in.
McConlogue believes that within 8 weeks, Leo will have the skills necessary to be able to position himself as a freelancer. It's an experiment for both men.
Tomorrow, McConlogue says there will be an update from Leo himself on Medium. He also created a Facebook page for Leo and the project.

domingo, 7 de julio de 2013

sábado, 6 de julio de 2013

viernes, 5 de julio de 2013

miércoles, 24 de abril de 2013

La UTN y Blackberry apuesta al desarrollo del software en Argentina


Presentan iniciativas para promover el desarrollo de software en la Argentina

El Estado subsidiará con 2,3 millones de pesos a proyectos nacionales basados en software libre; la UTN y BlackBerry crearon un centro de formación para apoyar a los estudiantes en el desarrollo de aplicaciones móviles




La Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva) anunció ayer que dispone de 2,36 millones de pesos (sobre un total de 4 millones) para establecer un "aglomerado productivo especializado en soluciones y aplicativos desarrollados con software libre", según detalla el comunicado.
Integrado por empresas que pertenecen a la Cámara Argentina de Empresas de Software Libre y la Unviersidad de Entre Ríos, contempla el desarrollo de software para empresas, instituciones y organismos públicos requieran sus servicios; ya tiene once proyectos (9 que serán desarrollados por empresas y 2 que son institucionales) que incluyen el desarrollo de un sistema de control de vuelos en aeropuertos, de tránsito, de gestión de instituciones educativas, de planificación de recursos para cooperativas, y de reporte de incidentes para gobiernos municipales.
Los subsidios se entregarán a través del Fondo Tecnológico Argentino de la Agencia.

LA UTN, CON BLACKBERRY

La Universidad Tecnológica Nacional annunció ayer la creación de un centro de formación para desarrolladores y emprendedores, de forma conjunta con la firma BlackBerry. La iniciativa tiene por objetivo orientar a los estudiantes con un programa de capacitación en aplicaciones móviles y en la creación de empresas de base tecnológica.
"El centro podrá proveerles soporte y ayudarlos a generar nuevos negocios y oportunidades focalizadas en el desarrollo de aplicaciones", dijo Bryan Tafel, Evangelizador de Desarrolladores de BlackBerry América Latina, durante la presentación que se realizó en la aula magna de la UTN. "Nos interesa invertir en la formación de emprendedores, y éste es el espacio ideal para ello", agregó.
Según la Secretaria de Planeamiento y Políticas en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la dra. Ruth Landenheim, "los jóvenes motorizan el agregado de valor a través de su participación en empresas de base tecnológica, como investigadores o empresarios. Una mayor densidad tecnológica de nuestras exportaciones permitirá que nuestro desarrollo como país sea sustentable e inclusivo".
La iniciativa de la compañía se extenderá al resto de las universidades locales, en donde se espera aplicar la misma modalidad de soporte y capacitación para estudiantes y emprendedores..

lunes, 1 de abril de 2013

Programar como educación básica


Aprender a programar como se aprende a leer

Un número creciente de países enseña a los alumnos a escribir código, con el objetivo de formar a creadores y potenciar la creatividad y la mente lógica


"¡Hola chicos! Olviden su sueño de ser doctores, estrellas del fútbol o raperos. Aunque duden y se burlen de ustedes en el colegio, el futuro está en las computadoras", advierte en un vídeo Bill Gates. El fundador de Microsoft comparte pantalla con Mark Zuckerberg.
Aprender a programar no significa querer conocer todo de la ciencia de la computación o ser un maestro", acota el cofundador de Facebook. Ambos apoyan a la fundación Code.org , que pretende introducir la programación en las escuelas de Estados Unidos. Tan solo en una de cada diez se aprenden los códigos. A Code.org le resulta insuficiente, pero el porcentaje está a años luz de España, donde los niños navegan sin parar por la Red sin saber desarrollar sus propias aplicaciones.
Un video (en inglés) para atraer a los chicos estadounidenses al mundo de la programación:

"No sirve de nada que te enseñen unas herramientas como Word que habrán desaparecido o habrán cambiado mucho cuando terminen sus estudios. Cualquier aplicación, si está bien diseñada, no se tarda en aprender", sostiene Luis de Marcos, profesor de Informática en la Universidad de Alcalá de Henares.
"Hay que usar la computadora como herramienta para resolver problemas. Lo que los anglosajones llaman el computational thinking. Porque el debate es: ¿somos creadores digitales o consumidores de contenidos?, ¿queremos que los jóvenes agoten en 15 minutos la tarifa de datos del móvil o que desarrollen algo y compartirlo?", prosigue.
A Juan Corzo, analista de tecnología con GPS, sin embargo, no le entusiasma la idea de que su hija Tala, hoy de dos años, aprenda a programar con seis. "Que estructure su cabeza como quiera. Encuentro más útil que a esa edad le enseñen con el método Ábaco a sumar o multiplicar números largos. Para el día a día no hace falta programar. Ayuda a ordenar las ideas, pero debería aprenderse como pasatiempo. Así empezaron los grandes genios. Es como escribir. Tienes una idea, piensas en los personajes, en la estructura y en cómo los introduces en la historia".
"Está bien que los niños aprendan las bases de la programación, pero también deben de conocer las herramientas. Aunque el mundo cambie, no todo es tecnología. Aprendiendo el Word o PowerPoint uno no solo adquiere competencias informáticas, también lingüísticas, sociales y ciudadanas", media Inés Andrés, coordinadora de TICS de Ineverycrea , una plataforma que asesora a los profesores en la integración de las tecnologías. Sostiene que sobre todo hay que aprender a trabajar en la Red. "La ven como algo lúdico y no saben moverse por ella. Es curioso, no les dejamos solos en casa, pero no nos preocupamos de la Red. Mis alumnos en Burgos contactaron con un aula de Palencia. Se establecieron vínculos por carta, videoconferencia...".
Conscientes de los beneficios de este aprendizaje, el Ministerio de Educación británico ha pedido ayuda a la industria para crear un nuevo contenido para las clases de informática. Finlandia e Israel ya han incorporado la programación a sus currículos escolares. La palabra programaciónasusta, pero los monitores no se cansan de repetir que resulta tan fácil de controlar como la lectura o la escritura.
¿Podría incluirse entre los contenidos escolares en España? El panorama no es muy prometedor.
"Es verdad que los profesores son reticentes a la informática, pero tampoco se les pone fácil. No hay suficientes ordenadores y nadie se ocupa del mantenimiento, así que la mitad no funcionan", asegura Ángeles Araguz, profesora técnica de FP y tutora del Centro de Formación de formadores de la Comunidad de Madrid. "Para impartir clase de programación tendría que existir un proyecto común de los profesores y que se enseñase en Física o Matemáticas. No hay tiempo para idearlo, como en Finlandia, y cuando se cierra la puerta, el aula es el reino del docente", prosigue esta profesora de un instituto de Vallecas.
 
Foto: AFP 
Aunque en los centros haya medios, el personal docente no está preparado para acometer la tarea. "Un profesor con conocimientos básicos de informática en dos o tres meses aprende lo que tiene luego que enseñar", cuantifica De Marcos. Comparte opinión Inés Andrés, profesora de Lengua: "Se están haciendo cosas interesantes, pero es algo nuevo y descoloca. Por eso, yo como consultora resuelvo dudas metodológicas. Aprender de forma autodidacta lleva mucho tiempo".
En la sala 102 de la Facultad de Informática de la Universidad de Valladolid hay un oasis. Dan las cinco de la tarde y por tercer lunes consecutivo se llena con 18 niños de entre 8 y 13 años que quieren aprender Scratch, una aplicación destinada a la creación de juegos para la web mediante una sencilla interfaz gráfica. Muchos no llegan al perchero y los monitores les ayudan a colgar el anorak. Cargan con un portátil desde casa, a veces tan pesado que les hace trastabillar. Todo normal y corriente hasta que abren la boca, mostrando una curiosidad inmensa y envidiable por todo lo que les rodea. Aquí adquirirán conocimientos que podrían servirles para crear los nuevos Google, Twitter o Zynga.
Los 18 pequeños se sientan en unas mesas hexagonales y despliegan sus ordenadores. "Son niños y necesitan por lo menos un metro de espacio. Mucho más que un adulto, porque no se sientan bien", explica con media sonrisa Belén Palop, la coordinadora de este curso de Scratch , el sistema de programación infantil ideado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Efectivamente, están desparramados y ansiosos por empezar. Viven pensando en el lunes, el día que se entienden con niños que hablan el mismo lenguaje que ellos. Cada vez en más ciudades españolas se convocan masivos encuentros de estos locos por el Scratch.
Lo primero es tener claro qué tipo de programa se quiere crear: narrativo o videojuego. Casi la totalidad se decanta por este último. "Quizá a las chicas -solo hay tres- les gusten más las historias, pero a la hora de manejar el Scratch no hay diferencias", diferencia Palop. Seguidamente hay que plasmar en un papel A3 la idea a desarrollar en el ordenador. Se establece entonces un compromiso que los niños, dispersos como todos en la infancia, intentan saltarse. Por eso los dos monitores y Palop les remiten todo el tiempo a su planteamiento original, que suele titularse Súper Mario. Ansiosos dibujan y entran en Scratch, que es en español y gratuito. Su lema se repite hasta la saciedad: "Imagina, programa y comparte historias, música, juegos y arte".
Dibujan en la Red sus personajes y, añadiendo órdenes muy sencillas, estos monigotes empiezan a tener autonomía y movilidad. "Cuando consiguen pintar un simple punto o hacer que el gato maúlle, se emocionan", dice Palop. Scratch se puede usar desde los seis o siete años, pero en este taller no admiten a estos menores porque necesitan la atención constante de un adulto. Casi todos son hijos de informáticos o hijos de padres sensibles a sus enormes ganas de aprender. "Mi hijo quería aprender a programar desde hace dos años. Yo, que soy informática, le enseñé a hacer páginas web, pero él quería también animaciones. Es muy curioso a sus 10 años. De mayor quiere ser ingeniero de montañas rusas y las diseña con un programa", sostiene orgullosa Alicia Novo, madre de Daniel.
"No es solo que aprendan a programar, sino que desarrollan una mente lógica que les va a venir bien para cualquier faceta de la vida", subraya Palop. A María Vegas, madre de Sabino, y a la de Daniel les convence que sus hijos trabajen en un proyecto en equipo, algo poco usual en las aulas; que convivan con chicos de otras edades sin complejos y, sobre todo, que durante unas horas se sientan entre iguales. "Me encanta que mi hijo no entre en Internet por las redes sociales, sino para mirar en YouTube un vídeo sobre parques de atracciones o seguir tutoriales", explica Novo. Con el proyecto concluido, escriben un cuento con el proceso y, orgullosos, lo exponen a sus compañeros que no pierden el hilo. "Es increíble su desparpajo. No les cuesta hacerlo, cuando hay alumnos míos que lo primero que cuentan en público es su proyecto de fin de carrera". También se asombra Pablo Espeso, uno de los monitores: "Entienden algoritmos que nosotros en primero de Informática desconocíamos. Matemática pura que ellos aplican naturalmente porque es más sencilla de lo que parece". No cree que los niños lleguen a aburrirse: "Las posibilidades son infinitas. En informática hay pocas cosas que se dominen del todo".
Espeso pone a David Martín, de 13 años, como ejemplo de precocidad. Tímido, le cuesta reconocer que tiene ciertos conocimientos de Java. "Me interesé por Internet y sigo viendo tutoriales". A su lado, Sabino Codesal, de 12 años, se acerca al micro de su portátil para grabar la banda sonora de su videojuego. Pide silencio a la concurrencia y tararea una melodía que recuerda a la de Indiana Jones. Se comporta como el niño que es, por eso sorprende saber que en sus ratos libres estudia Alice, un sistema para hacer animaciones y escenarios en 3D.
Si el Scratch deja con la boca abierta, ¿qué decir del mundo de la robótica que suena ya a ciencia ficción en manos de minihombrecitos? A ello se dedica el ingeniero en Telecomunicaciones Toni Ferraté, quien aburrido de programar para empresas en 2007 fundó Ro-botica, una tienda online con sede física en Barcelona. "No se trata de aprender robótica, sino de aprender con robótica. En la experimentación con una computadora pueden aprender tanto de los errores como de los aciertos de los demás compañeros y se reduce el fracaso escolar. El profesor adquiere un rol más de facilitador, guía, inspirador", precisa. De esta forma, estos niños hipermotivados descubren la programación al controlar dispositivos reales de entrada y salida, física (energías, fuerza y velocidad) y conceptos matemáticos (trigonometría, geometría). "Si en el aula te dan una clase magistral llena de fórmulas ni entiendes ni recuerdas lo que te han contado. Sin embargo, con el robot entiendes la aceleración o la inercia. Nosotros hacemos materiales que expliquen los fenómenos físicos", remarca Ferraté. Incluso, asegura, "coges un episodio histórico, lo recreas virtualmente y luego lo pasas al mundo real con los robots".
Ferraté organiza talleres para profesores de infantil a la Universidad, asesora en el aula y monta competiciones de robótica. "Paradójicamente, cuando más se necesitan informáticos menos vocaciones hay. Antes éramos 200 en clase. Ahora son 20". La comunidad universitaria es menor, pero es evidente que ha decrecido el interés en todo el mundo. La fundación Code.org reclama la formación de más ingenieros de software. Solo, cuantifican, lo son el 2,4% de los graduados hoy en su país -un porcentaje más bajo que hace una década- y tienen el doble de posibilidades de encontrar trabajo que la media universitaria.
Es indiscutible que el paro en España no ha afectado tanto al sector informático. "Tengo amigos que han perdido el trabajo y en pocos días les sale algo nuevo. Las empresas cierran pero enseguida hay alguien que les llama. Desde hace cinco años vivimos rodeados de programas. En los indicadores del coche, Instagram en el móvil, contenidos interactivos en la TDT...", opina Juan Corzo, que vive en Valladolid.
"Cada vez más profesiones obligan a tener conocimientos de programación: la biogenética, las artes gráficas, el mundo empresarial... Así que la Informática se debería incluir en secundaria, en especial para los de ciencia y arte", propone de Marcos. Por eso el pequeño Sabino, a quien nada ni nadie le retiene, lo tiene claro: "Cuando sea mayor quiero dedicarme a la biorrobótica. Necesito aprender programación para hacer nanorrobots y trabajar con células madre".
Se integre o no la programación en clase, nadie pone en duda estas palabras del pensador chino Confucio (551-478 a. C.): "Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí".
© El Pais, SL

jueves, 2 de agosto de 2012

Importancia de las patentes en la investigación

"Con una patente se pagan tres años del presupuesto en ciencia”





Mirada al Sur


Una charla sobre el impacto de la innovación o por qué la tecnovaca vale mucho más que un torazo de la Rural.
Faltan pocas semanas para que el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva termine de mudarse por etapas al Polo de Palermo, donde ya funciona un laboratorio y otros sectores. En la sede de la avenida Córdoba, el ascensor es muy gentil dando la bienvenida mediante una voz de mujer altamente profesionalizada en tales gentilezas. El ministro Lino Barañao espera en su despacho, calladito, contenido, sin mayores efusiones. El hombre, sin embargo, funciona como un acelerador de partículas: a poco de largar entra en estado de vértigo. En un minuto de grabación entra, por arriesgar un parámetro, lo que dirían 617,43 De la Rúas. Lo que sigue es el resultado de un galope frenético sobre lo que se está haciendo en el país en términos de políticas científicas y tecnológicas. Un paseo a velocidad Warp que apenas arranca en Tecnópolis se pone a saltar con los guanacos de la Patagonia, relaciona microchips con patentes por genes obtenidos en Argentina (traducibles en miles de millones de dólares para el país), visita las plantas de Tierra del Fuego, mira a Monsanto de frente, crea nanoestructuras para la YPF recuperada… hasta volver en picada a Tecnópolis y concluir: más vale tecnovaca del Inta de Balcarce que toro campeón de la Rural, por más que se peine a lo Fort.
El inicio de la conversación (se pauta de manera pacífica, que hablar de Tecnópolis para Miradas al sur es algo redundante) conecta con lo previsible: los logros de la etapa iniciada en 2003. “Los cambios –dice el ministro– se reflejan en un presupuesto que viene creciendo, aumento de salarios, obras que se ven no sólo en el Polo Tecnológico, sino en todo el país. En marzo o abril de 2008 yo hablé de la necesidad de un plan de infraestructura de 130 mil metros cuadrados, como resultado de treinta años de no hacer nada…
–¿Ese número era una proyección salida de…?
–De un estudio del Conicet que había relevado la cantidad de gente que había y el espacio que faltaba, el Polo no estaba incluido. Ya llevamos construidos más de 60 mil metros cuadrados. Estas cosas hicieron que muchos científicos se decidieran a volver al país. Hoy ya no pesa tanto la idea de repatriación, sino que la gente que se va, se doctora, está tres años afuera, pero vuelve sabiendo que no va a trabajar con alambres sino con los mismos equipos que tiene en el exterior.
–¿Cuál es el último dato del Plan Raíces? ¿Unos 800 científicos retornados?
(Baraño intercambia datos con una secretaria: “902, 903…”)
–Más de novecientos, seguro (N de R: el “número correcto”, oficial y final que envían desde el ministerio asegura: 932 científicos e investigadores).
Cuando llega el momento de los subsidios a empresas del sector, Barañao dice:
–Las funciones del científico y la empresa son complementarias. Vos le ponés plata a la universidad o al Conicet para que obtenga información. Eso termina ahí porque la universidad no tiene posibilidades de fabricar nada. Por más que diseñe un celular no va a salir a fabricarlo. La empresa es la que toma la información y la convierte en un teléfono, un medicamento o en una olla a presión. Ni la empresa va a hacer investigación de alto nivel, ni la universidad va a fabricar mágicamente nada. Después podés discutir si la empresa va a ser estatal o de capital privado. El desacoplamiento entre ambos actores termina subsidiando el incremento de la brecha tecnológica; porque toda la información que se produce sin activar la cadena productiva termina siendo aprovechada en el exterior para mejorar la productividad de sus empresas.
Puna y glamour. Hay algo en el imaginario del ministro que podría emparentarse con la mítica del buen emprendedor capitalista, el gran innovador, casi la épica de garage del joven estadounidense de suburbios que se hace millonario y glamoroso. Sólo podría emparentarse porque acá entran míticas que van de la Puna, a las pampas, a la Patagonia, al conurbano también. En algún momento, Barañao cuenta cómo desde su retorno al país en 1984 encabezó protestas de nuestros investigadores contra las políticas ciegas y ajustadoras de diversos gobiernos. Hasta que “en mayo de 2003, tras una reunión con investigadores en el ministerio de Educación con Daniel Filmus, surgió que me postulara como presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica”.
–Acá surge el tema de ver las cosas desde el otro lado del escritorio. Nadie deja de reconocer que los sueldos de los científicos mejoraron mucho. Pero hay un conflicto con los becarios, que sostienen que son científicos precarizados. Tengo un sobrino que es activista de esa causa…
–Matías, creo… (el ministro se ríe con un ja-já sonoro. Suena espontáneo). Hay una discusión sobre si un becario es o no un trabajador. La beca es un estipendio que se da para completar la formación universitaria, para obtener un título de doctor, está condicionada a eso. La sociedad paga para que el estudiante termine su formación. La universidad carga el disco rígido de una cantidad de información pero no la capacidad de hacer preguntas nuevas, que es lo que da el doctorado. El doctorado, además, habilita para una cantidad de oportunidades. Distinto es el caso de alguien que no quiere obtener el doctorado, que prefiere trabajar en el laboratorio, contribuye a la investigación, pero no tiene ese plus que da el doctorado. La beca cumple su función pero sucede que por la excesiva longitud de las carreras a veces se dan casos de gente con más de 30 años haciendo una tesis con una beca y eso no es muy lógico. Ya cinco años es mucho para un doctorado, en Europa son cuatro.
–¿Cuáles son los límites en nuestro país?
–Son cinco años, pero después se piden prórrogas; se extiende hasta seis o siete años el período como becario. Yo optaría por un período más corto y luego o se entra al sistema científico o al productivo o a un gobierno municipal o provincial, que es algo que queremos promover: un estado más profesionalizado, la capacidad de resolver problemas usando métodos científicos, ser útil en la gestión hasta de una cooperativa.
–Aunque sean números gruesos. ¿Cuánto cobra en promedio un investigador en su primer año y cuánto un becario?
–Debe estar en un quince por ciento arriba de un becario (N de R: nuevo intercambio de datos con la asistente. Según los números oficiales, hoy, por una beca doctoral se cobran $5.100. Un investigador asistente comienza con $7.825 pesos).
–Lo que decía sobre científicos en gobiernos municipales permite pensar en un biólogo/funcionario que se ocupe del problema de las napas contaminadas en el conurbano. Hay una cantidad de problemas ambientales en Argentina: agua, contaminación en las ciudades, denuncias sobre glifosato, debates sobre minería a cielo abierto. ¿Qué políticas específicas tiene el ministerio para generar oleadas de investigadores dedicados a estos temas, sabiendo que son especialmente conflictivos?
–Tenemos una unidad de gestión socioambiental para proyectos propios. También una línea de financiamiento para producción limpia de las empresas. El tema ambiental está ahora en los doctorados, como otros, no es que tenga una prioridad particular. Estamos tratando de implementar una línea de trabajo que se llama Municipios.doc. Así como le pagamos al becario para que vaya dos años a una empresa, queremos hacer lo mismo con los municipios. Si un becario tiene un doctorado en Sociología sobre evolución de los emprendimientos municipales, es una experiencia útil. Ahora, si se trata de Filosofía y el concepto de belleza en Lucrecio, es más difícil. Y lamentablemente todavía tenemos una universidad en la que los temas son una repetición de los ya trabajados por los investigadores, que tienen una tendencia a clonarse, que es lo más fácil. Un becario especializado en historia de Galicia no más allá del siglo XVII es un problema para ubicar.
–Se entiende la lectura pero es casi ofensiva para las humanidades, para los que estudian Historia…
–Dentro de Historia hay cosas que te van a ser útiles. Yo pretendo de las Ciencias Sociales lo que pretendo de cualquier ciencia: que presten atención a la posible utilidad de lo que hacen. No estoy en contra de la libertad académica. Argentina tiene una cantidad de problemas de índole social que ameritarían ser estudiados.
Vicuñas, guanacos, ovejas malas. Es particularmente a partir de este tramo de la entrevista que Barañao comienza a galopar sobre problemas y proyectos concretos en territorios muy distintos. Comienza por el hilado de lana de vicuña como podría comenzar por el diseño de vehículos inspirados en el bicho bolita, siempre con la consigna “cómo hacer para que eso sea sostenible”.
–Lo que se necesita es que el Estado avance un paso más, porque si no hay una demanda hay que generarla y lo mismo con el gerenciamiento local. Para eso necesitamos sociólogos, antropólogos. Lo mismo con el manejo del guanaco para hacerlo sostenible y reemplazar a la oveja.
–¿Es cierto que la oveja es un bicho malo que contribuye a la desertificación de la Patagonia por el tipo de ramoneo que practica?
–Es así. La oveja arranca y el guanaco muerde y corta. La oveja tiene un tipo de pezuña que daña el terreno y el guanaco unas patas acolchadas que no dañan, es un bicho adaptado a su ecosistema. Y ahora hay un tema interesante no sólo para la biología, sino para las ciencias sociales: en el Norte andan diciendo que la vicuña es una plaga que rompe los alambrados y le quita la comida a la oveja. Lo que pasa es que hay que hacer un manejo adecuado con un bicho que todavía es salvaje. Como hacían los incas, que ponían a las vicuñas en una especie de embudo para esquilarlas y después soltarlas. Lo que hay que hacer es que la vicuña se industrialice con alta calidad en el lugar; que el productor jujeño haga un pulóver que se pueda vender en Europa en competencia con un pulóver italiano. Con una etiqueta que diga que fue hecho por las comunidades originarias, con trabajo justo, con salvaguarda del medio ambiente. Esta etiqueta le da valor a ese pulóver. Es un rol para el Estado: no puede ser que se paguen dos pesos con cincuenta por la lana y que en Milán se venda a 300 euros.
–En el marco de los programas de federalización de ciencia y técnica, ¿el ministerio trabaja en estos temas puntuales?
–Sí, hay programas específicos sobre el tema de la industrialización de fibra de camélidos. Lo mismo con los cultivos andinos. No sólo la quinua que está de moda, sino también una planta a la que le pongo todas las fichas que es el yacón, una especie de batata que es dulce pero tiene un tipo de azúcar apta para diabéticos. Todo el tema de los probióticos, los alimentos que producen efectos saludables, es importante. Existen unos doscientos millones de diabéticos en el mundo. Hay un mercado de millones de personas en Medio Oriente, China, India, que ahora comen mucho y no hacen ejercicio. Producir jaleas o edulcorantes con la etiquetita que te decía es hacer también que nuestra población del Norte viva de lo que produjo históricamente. Nuestra misión es vincular un mercado emergente atractivo con el desarrollo de poblaciones que no sólo no recibieron el aporte de la ciencia metropolitana, sino que le sacaron lo que sabía. Esta gente cultivaba en andenes que garantizaban parámetros de temperatura o humedad, tenían llamas y alpacas que son mejores que las ovejas… y se las sacaron. Es también una reparación histórica.
–El mismo tema pero saltando a las industrias de Tierra del Fuego, catalogadas como meras armadurías. La Presidenta habla seguido sobre la necesidad de incorporar más producción nacional en lo que se fabrica…
–Con uno de los fondos sectoriales estamos trabajando junto al equipo de la universidad del Sur, en Bahía Blanca, del doctor Pedro Julián, en el diseño de un microchip nacional que va a servir para los nuevos boxes que vienen con el televisor o para celulares y netbooks, para bajar películas por cable y no por internet. No se trata de producir el chip, esto se sigue haciendo a bajo costo en China u otros países. Lo que se paga es el diseño, el testeo y el software que se carga en el chip. El chip en sí mismo vale centavos. Es como el celular: armarlo lleva 180 segundos. Lo que más vale es el diseño, la información que le metés adentro, un software abierto que permite mejoras continuas. El tema de las empresas con base tecnológica lo estamos trabajando activamente con el ministerio de Industria y con el Inti. Pensá que uno de los desarrollos de juegos más bajados del I-Pod era de desarrollo local.
–El valor agregado no se juega ni en los componentes ni en el armado, sino en la información, el diseño…
–Lo que genera valor es quién tiene la patente del diseño, del software de un celular, por ejemplo. Un celular vale lo mismo que una camisa. ¿Cómo puede ser eso? Es un cambio muy importante. Yo en Tierra del Fuego lo que pondría son grandes compañías de software. No habría costos por transportar productos a miles de kilómetros y es un lindo lugar para vivir, sobre todo para los programadores a los que les gusta estar encerrados y después pueden salir a pasear.
–¿Es fácil para Argentina competir con países como India en el tema de diseño de software?
–No es fácil porque los costos en India o Pakistán son bajos. Pero si apostamos a lo disruptivo, a la originalidad, sí tenemos chances. Los argentinos somos famosos por no seguir las reglas. Eso es malo en muchos casos pero puede ser bueno si hacés las cosas mejor. Tenemos el caso de Invap que hace satélites, radares, reactores.
–¿Qué explica el milagro o la excepcionalidad de Invap?
–Que es un equipo de profesionales de altísimo nivel, son la gente más inteligente que conozco. Más una gestión empresarial de alto nivel. Los tipos saben resolver un problema y saben negociar un costo como cualquier multinacional. Con una ventaja: son casi una cooperativa. Cuando les va mal todos ponen, hasta el gerente general pone plata. Y cuando las cosas van bien reparten un bono para todos. Saben que van a recuperar y les gusta trabajar en Invap. Es un ejemplo digno de ser imitado.
–¿Por ejemplo?
–Miguel Galuccio (N. de R: el Ceo de la YPF recuperada) tiene la idea de hacer una empresa de alta tecnología para yacimientos no convencionales, una Invap del petróleo.
–¿En este caso, el tema es diseñar los fierros para perforar o se trata de otra cosa?
–No, no. Vos vendés tecnología, es lo que hacía Galuccio en la empresa de la que viene. No produce petróleo, sino “tecnología para”. Es más complejo que los fierros. Es el modelo de computación para saber cómo hacer los agujeros. Es el material nanoestructurado para enchufarlo al pozo y mantener la abertura abierta. Es cómo manejar el impacto ambiental por el tema del uso del agua…
–Esperemos que lo dejen trabajar…
–Yo creo que tiene polenta, se va a imponer por su idoneidad.
–El país viene de un problema de falta de ingenieros, ¿que más se necesita para esto?
–Tenemos pocos ingenieros, pocos programadores, ahora vamos a necesitar más geólogos porque no se estaba explorando.
–¿Qué otras ramas del conocimiento deberían intervenir en este tipo de desarrollos?
–Ingenieros de procesos, químicos, biólogos. Esa celulosa nanoestructurada de la que te hablé, la que se necesita para mantener la abertura de los pozos no convencionales, es una especie de gel. La produce una bacteria. Esa capita blanca que deja el vinagre, eso es celulosa nanoestructurada. ¿Qué hay que hacer? Hacer crecer esa bacteria en grandes tanques y producirla en grandes cantidades. Es un problema para biotecnólogos, para microbiólogos.
La conversación vuelve a la puesta de Tecnópolis. “El chico que va a la Rural va a ver un toro campeón y sabe que la vaquita seguirá siendo ajena, como dijo Atahualpa. Pero si ve un robot en Tecnópolis sabe que si desarrolla un software de computación puede ser el dueño de ese robot. Son modelos muy distintos.
–Es emblemático que ambas exposiciones coincidan en el tiempo…
–Tal cual. Y, paradójicamente, las vacas de Tecnópolis valen mucho más que las que están en la Rural. Porque una vaca que produce 70 gramos de hormonas de crecimiento en la leche son varios miles de dólares de diferencia, por más que la otra sea una vaca campeona hermosa. O la vaca del Inta de Balcarce, Rosita Isa, que produce leche maternizada. Ahí está la tecnología y no la hizo un gran productor, sino dos veterinarios de clase media laburando con el Estado.
La rentabilidad de un bonito gol de la ciencia
–Tenemos buenos biólogos y genetistas. Usted hablaba del conocimiento que se va afuera sin crear patentes. Siendo que existen empresas argentinas que desarrollan semillas modificadas, ¿cómo es que tenemos que depender de patentes extranjeras en ese terreno?
–Es un problema bastante complejo. Por un lado tenemos el mejoramiento tradicional: un tipo que a lo largo de años de prueba sabe qué tipo de semillas andan bien en Trenque Lauquen. A eso se sumó la biotecnología que te permite “copiar y pegar” sacándole a una bacteria algo y ponérselo a la soja o el maíz para que sea resistente a un herbicida o que no se lo coma un bicho. Ahí hay una disputa sobre qué vale más: si la información asociada a saber qué planta es la que más produce o la información sobre el gen que vos pusiste. La compañía que produjo el gen va a decir que el gen vale más. Durante mucho tiempo, Argentina fue comprador de tecnología. A partir de que el país comienza a desarrollar tecnología propia, la situación cambia. Es lo que dijo la Presidenta cuando habló del gen que aisló la doctora Raquel Chan (N de R: la bióloga molecular que se desempeña al frente del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral). Lo patenta el Conicet y eso no sólo permite aplicarlo acá y tener más producción, sino licenciar el uso de ese gen. Como hace Monsanto: ¿querés usar ese gen? Pagá. Sacá las cuentas y cubrís el presupuesto del Conicet de los últimos años con eso solo.
–Para precisarlo más. Un buen gol de nuestra ciencia termina siendo súper rentable en términos de lo que el Estado puso para ciencia y técnica…
–Totalmente. Y te digo que no es una patente sola sino varias, como las relacionadas con vacunas que estamos haciendo con Francia. Las cifras están en el orden de los mil millones de dólares de licenciamiento. Son cifras habituales a nivel global, lo que se le paga a una firma de Sillicon Valley. Lo que está empezando a ocurrir es que Argentina produce cosas que valen eso. Mil millones de dólares son tres años del presupuesto del Conicet; y hablamos sólo de una patente. Más la mayor competitividad para el productor argentino que aunque haya sequía va a seguir produciendo. Y vamos al paso siguiente en la tecnología: alimentos mejorados, más sanos, con menos alergenos, más eficiente para el uso de los fertilizantes, que, como los agroquímicos, no son inocuos.
La próxima generación: apostar a genes machazos
–¿Cómo se regula en el país el tema de las ganancias económicas que generan las patentes? ¿Está previsto que se redistribuyan en parte en el propio sistema de ciencia y técnica?
–El sistema es muy generoso comparado con el norteamericano. Si un investigador del Conicet encuentra algo, el 50 por ciento de los beneficios va para él y el otro 50 para el Conicet o se reparte entre el Conicet y la universidad, si participó en esa investigación.
–¿Y cuando participa la empresa privada con el Estado?
–Si hay una alianza con una empresa se determina según lo que invirtió cada uno. Cuando hacemos acuerdos con las empresas establecemos que lo que invirtió el Estado se multiplica por cuatro por todo lo que invirtió antes; de pronto son veinte años investigando una yerba. Con la propiedad intelectual no se puede ser ni fundamentalista ni inocente. No podés desconocer las grandes presiones que hay detrás de las patentes y cómo las grandes compañías pretenden usarlas en prácticas monopólicas. Tampoco decir “las patentes son malas, no patento nada” porque entonces te curran. Si este gen aislado por la doctora Chan no lo patentamos, habrá alguien en Minnesota que diga “Ah, mirá qué interesante, vamos a producirlo con una bandera argentina. Pero si querés usarlo te lo cobro”. Hay un estudio que se hizo de los ’80 a los ’90 y pico que demostró que con los 500 mejores trabajos de investigación hechos en países en desarrollo se hicieron 250 patentes en los desarrollados, ninguno implicando a los investigadores originales. No basta entonces con tener la capacidad de investigar y de proteger la propiedad intelectual local. Con Raquel Chan y la Universidad del Litoral trabaja también la empresa Bioceres, una asociación de productores nacionales que va a producir la semilla y que se asoció con una empresa americana para aprobar esos genes y venderlos en Estados Unidos y tener ingresos.
–¿Qué pasa con la propiedad intelectual si un investigador argentino encuentra un gen que es gemelo de otro que patentó Monsanto?
–Debería ser mellizo, si no sería una copia. Pero no necesitás al gemelo o al mellizo sino a la siguiente generación. El gen de resistencia a la sequía de la doctora Chan es mejor que los que están desarrollando grandes compañías, porque no sólo se banca la sequía sino que, al contrario que los otros, si no hay sequía te produce 130 en lugar de 100. La idea no es copiar, sino hacer mejor y pelearles el mercado. Esta tecnología de vacunas en la que estamos trabajando va a servir para combatir parásitos, es oral y no necesita refrigeración. Grandes multinacionales están viniendo al país a ver en qué asociarse y hacer de novedoso porque saben que la capacidad de invención está acá.




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