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lunes, 13 de julio de 2015

Hacia un Silicon Pampa

En busca del Silicon Pampa
Desde el regreso de la democracia, creció la investigación en la eduación superior argentina. El círculo virtuoso que se produce con emprendedores, polos científicos
y la inversión pública y privada. Innovación para el desarrollo del país.


Por Alejandro Artopoulos | Perfil
Leonardo Valente

La historia de Leonardo Valente es singular: es un profesor bahiense de Economía de la Empresa de la Universidad Nacional del Sur que en 2014 ganó el concurso ImpacTec2 de la ONG SociaLab y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El premio, una beca para la Singularity University, una institución de educación superior de nuevo cuño en el predio de la NASA en el Silicon Valley. Una rareza institucional: Valente representa a los ámbitos de la universidad, el think-tank e incubador de empresas. La meca para emprendedores aspirantes a resolver los desafíos de la humanidad con el poder de sus ideas.
Valente obtuvo el primer premio gracias a SocialPOS, una pieza magistral de lo que se denomina innovación frugal, una de las principales tendencias en innovación para los países emergentes. Según su creador, se trata de “una solución tecnológica que permite a los comercios de barrios o villas, que no tienen terminal POS, recibir pagos con tarjetas sociales y cobrar ese dinero o usarlo en otros comercios del barrio, generando un círculo virtuoso que beneficia a la comunidad.”
En Singularity University Leonardo subió un escalón en esa misma línea: lidera un equipo latinoamericano, que integran expertos chilenos y mexicanos, que diseña un kit para convertir un auto económico convencional en un híbrido eléctrico. Una versión barata de los autos verdes del Primer Mundo.
La historia de Valente nos revela la globalización de la actividad emprendedora. Las universidades de investigación buscan talentos en cualquier rincón del planeta, compiten globalmente en la búsqueda de estudiantes e investigadores, por incubar sus ideas y convertirse en fuente de conocimiento aplicado y tecnologías. El núcleo de las economías basadas en el conocimiento son universidades de investigación, un tipo de establecimiento que, además de formar profesionales, concentra grupos de investigación líderes en sus campos.

Tecnopolos. La evolución institucional de las universidades de investigación como piedras angulares de la investigación y el desarrollo se inició a fines del siglo XIX en los núcleos urbanos de la Segunda Revolución Industrial: Boston, Berlín y París. La química y la electromecánica fueron los campos de investigación aplicada de los laboratorios industriales de las universidades humboldtianas y de los institutos tecnológicos como el MIT.
Luego de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, el poder del átomo, la comunicación por radio y la computadora digital demostraron que los Estados ya no podían dejar estos fenómenos librados a la espontaneidad de instituciones de investigación. Así dieron lugar al período conocido como de “Big Science”, en el cual Estado y corporaciones multinacionales construyeron sus centros de I+D.
La ciencia y la tecnología planificadas encontraron un techo a fines de la década del 70. En ese período, las tecnologías de la información y comunicación (TIC) y la biotecnología tomaron por asalto el orden estatal/corporativo de la Big Science. Las iniciativas de emprendedores y organizaciones flexibles fueron capaces de afrontar entornos de alta incertidumbre tecnológica, lo que resultó un cambio que perdura hasta nuestros días.
El nuevo desarrollo, en tanto, transcurre en ciudades donde convergen esfuerzos emprendedores e institucionales, públicos y privados. Esfuerzos que se vuelven sustentables cuando el Estado invierte en investigación aplicada, promueve a emprendedores tecnológicos y crea herramientas de capital de riesgo.
Se trata de ciudades con universidades de investigación especializadas en TICs, bio y/o nanotecnologías, que convocan a su alrededor una comunidad innovadora de emprendedores que trasciende las fronteras nacionales. Podemos encontrarlas en sitios tan diversos como Tel Aviv (Israel), Zhongguancun (China), Bangalore (India) o Dublín (Irlanda).

En busca de la Silicon Pampa. La historia de Valente, por su parte, también apunta a la Universidad Nacional del Sur (UNS) y a la posición de las casas de altos estudios argentinas en la economía del conocimiento. El caso del profesor/innovador frugal es uno más de los muchos de la misma universidad que se destacaron en los últimos años en concursos de emprendedores tecnológicos, como los concursos Naves, Intel Global Challenge (IGC), Endeavor, NextStep, Startup Chile, Red Innova, y 500 Mexico City.
La UNS se encuentra primera en el ranking de universidades de investigación en ciencias y tecnologías –con el 21,7% de profesores con doctorados– y aloja grupos de investigación consolidados en las áreas estratégicas de software, micro y nanoelectrónica y biotecnología.
Bahía Blanca también es líder en e-government y la cuna del movimiento de gobierno abierto en la Argentina. Fue elegida por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) para instalar el Centro de Micro y Nanoelectrónica del Bicentenario (INTI-CMNB), un polo de investigación aplicada dedicado a diseñar circuitos integrados de alta complejidad.
Junto con los grandes centros urbanos de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza, el país dispone de ciudades medianas que cumplen con las condiciones constitutivas de un medio de innovación. Ciudades con poblaciones que rondan los 800 y 100 mil habitantes y que poseen jóvenes emprendedores y universidades de investigación: Tandil (Universidad Nacional del Centro, 13,70% de profesores con PhD), Río Cuarto (Universidad Nacional de Río Cuarto, 17,10%), La Plata (Universidad Nacional de La Plata, 13,10%), Mar del Plata (Universidad Nacional de Mar del Plata, 12,40%) y Santa Fe (Universidad Nacional del Litoral, 10,60%). Además de una actividad emprendedora y de investigación académica, en estas ciudades se registran movimientos de desarrollo en inversiones de empresas consolidadas, polos tecnológicos e inversión pública en investigación aplicada.
Por su parte, en cuatro ciudades bonaerenses se radicó la empresa Globant, una de las dos dedicadas a tecnología argentina y latinoamericana que cotiza en New York; la otra es MercadoLibre.com.
Desde la vuelta a la democracia, las universidades de investigación en la Argentina evolucionaron en tres etapas: primero, reconstituyendo equipos de investigación; luego desarrollando programas de formación de investigadores; y, finalmente, estableciendo estrategias de innovación.
Si bien la inversión pública en investigación y desarrollo no siguió particularmente el fenómeno de los medios de innovación, sí se puede afirmar que las ciudades mencionadas fueron beneficiadas por las políticas generales de mejora de infraestructura y sectoriales de investigación aplicada.

*Director del Laboratorio de Tecnologías del Aprendizaje en la Universidad de San Andrés.

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