martes, 18 de septiembre de 2012

Hardware: Impulso a la industria de microchips en Argentina


El microchip, asunto de interés público

Argentina busca dar un salto tecnológico y diseñar los microchips que se utilizan en decodificadores, notebooks, televisores y otros productos electrónicos. El Ministerio de Industria ya comprometió a dos grandes empresas del sector para aportar al proyecto.

La intención es aprovechar el gran volumen de compras estatales para impulsar el uso de tecnología local.


 Por Javier Lewkowicz
El Gobierno evalúa montar una empresa dedicada al diseño de microprocesadores, que se utilizarían en los decodificadores de TV digital, notebooks del plan Conectar Igualdad, equipos de televisión, otros productos electrónicos y bienes de capital. El proyecto es de carácter público, aunque se les requirió a las empresas tecnológicas radicadas en Tierra del Fuego que aporten recursos. Dos de las firmas más grandes ya se comprometieron a hacerlo. La intención es aprovechar el importante volumen de las compras estatales de productos con tecnología para diseñar chips específicos que abaraten el costo final y acerquen el desarrollo tecnológico al tejido industrial nacional. Además, podría contribuir a sustituir ciertas importaciones que realiza Tierra del Fuego. No está definida todavía la inversión total que se requiere.
“Diseño de chips y productos acordes con las necesidades de Argentina Conectada –programa de expansión de la banda ancha y la TV digital en todo el país–, construcción en la Argentina de capacidades de diseño y desarrollo tecnológico en microelectrónica, sustituir importaciones en el sector de mayor déficit comercial y desarrollar proveedores nacionales con creciente nivel de integración nacional de componente e ingeniería.” Esos objetivos se propone un documento interno que circula entre el Ministerio de Industria, el INTI y la Universidad Nacional del Sur.
La idea del Gobierno es que en la Argentina se realice el diseño, previa adquisición de licencias, para que luego los chips se fabriquen en los países asiáticos, en particular Taiwan, que maneja una escala de producción muy importante. El microprocesador luego sería adquirido por las firmas tecnológicas de Tierra del Fuego para insertarlo en los productos electrónicos. La deslocalización del diseño es una metodología usual en la industria. Según datos del INTI, la fase de diseño representa dos terceras partes del costo de los microchips. “Es la célula básica de la industria electrónica”, indican. Los productos electrónicos a los cuales se podría proveer de chips son el decodificador de TV digital, las computadoras del plan Conectar Igualdad, tabletas digitales y televisores digitales smart, entre otros.
En el caso del decodificador, los equipos del Conectar Igualdad y otras compras públicas, la facilidad está dada por la escala de fabricación y por el tipo de negociación con las empresas de Tierra del Fuego, a las que se les acerca un importante negocio a cambio de la integración de chips. En los televisores digitales smart u otros productos de electrónica comercial, como los celulares, el esquema es más complicado porque las firmas electrónicas muchas veces adquieren el kit de partes completo desde Asia, sin que exista posibilidad –y muchas veces tampoco la disposición– de sustituir alguna de esas importaciones. A la vez, las empresas deberían validar el chip diseñado en forma local, negociación que dista de ser simple, aunque no imposible, indican en el Gobierno. La puesta en marcha del centro de diseño demoraría al menos un año y medio.
“Es interesante que Argentina desarrolle tecnología propia. Eso implica salarios más altos. Un buen modelo de desarrollo implica exportar salarios altos e importar salarios bajos”, indicó a Página/12 Alejandro Mayoral, titular de Afarte, la entidad que nuclea a las compañías que ensamblan productos electrónicos en Tierra del Fuego. La firma Brightstar, que fabrica para Samsung, LG, Motorola y BlackBerry, y Newsan, que trabaja con Lenovo, Sony y Panasonic, entre otras, aseguraron a la ministra de Industria, Débora Giorgi, que realizarán un aporte de capital para el proyecto. “Me parece bien que las empresas inviertan. Todos los modelos exitosos implican la participación del Estado, de las universidades y del sector privado”, completó Mayoral. En términos formales, se trataría de una empresa pública de diseño con participación privada a través de un fideicomiso, aunque sobre esos aspectos se está trabajando.
“El Estado es el gran comprador de tecnología en el país, desde la salud hasta la AFIP, pasando por la Anses y el sector energético. Existe una demanda enorme que no hay que desaprovechar. Lo difícil es salir a competir en el mercado global contra las grandes marcas. Pero esto es cazar en el zoológico”, grafica un miembro del equipo que trabaja en el proyecto. Tampoco escapa a la iniciativa la necesidad de mejorar la ecuación comercial del sector electrónico. Funcionarios no descartan que se pueda proveer de microprocesadores a maquinaria agrícola y autopartes.

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